Garzón, hundido

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

13 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

B altasar Garzón comparte el signo astrológico de escorpio con Diego Armando Maradona y Picasso, dos de los mayores iconoclastas del siglo XX en sus terrenos respectivos, el fútbol y la pintura. Pero Garzón ha ejercido su iconoclasia en un terreno envenenado de trampas de todo tipo como es el derecho. ¿A quién no se le llena la boca, la nariz e incluso las covachuelas de las axilas cuando pronuncia la frase «Estado de derecho», aunque, en la realidad, ese es, con no poca frecuencia, un Estado que genera constantemente injusticias de todos los colores?

Voces sagradas de las más altas instancias de nuestro Gobierno y del Poder Judicial nos instan a abstenernos de toda crítica a la sentencia del Tribunal Supremo que ha condenado a 11 años de inhabilitación a Baltasar Garzón, dado que, según dicen, estas críticas tan frívolas como inconsistentes constituyen un grave atentado contra el Estado de derecho. ¿De verdad que hay que respetar y acatar todas las sentencias judiciales aunque, en ocasiones, sean aberrantes? Discrepo absolutamente del mismo modo que discrepo radicalmente de la opinión que afirma que todas las ideas son respetables. Son respetables todas las personas, incluidas las que no se respetan a sí mismas. Pero no todas las ideas, ni todas las sentencias judiciales, son respetables.

Desde el punto de vista de la Justicia, es una gravísima aberración que el juez Garzón, que instruyó el caso Gürtel, haya sido condenado y expulsado de la carrera judicial antes de que los presuntos delincuentes implicados en este caso se hayan sentado en el banquillo. ¿No son de extrema importancia las formas? El Supremo no ha guardado las formas. Soraya Sáenz de Santamaría ha declarado: «Me preocupa la imagen que se está trasladando de España». A mí me preocupa que esta señora no hable bien. No se dice «la imagen que se está trasladando de España» sino «la imagen que se está dando de España». Hablaremos de traslados próximamente, en Semana Santa, cuando hablemos de las procesiones.