¿Nos toman el pelo nuestros diputados?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

24 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

I magino que ya lo saben, pero por si acaso les refresco la memoria. El pasado 20 de noviembre se celebraron en España las elecciones generales. Para que ello fuera posible, el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, firmó el decreto de disolución de las Cortes el 26 de septiembre. El último pleno ordinario del Congreso de la pasada legislatura tuvo lugar por tanto el 22 de septiembre del 2011. Pues bien, por increíble que pueda parecer, cuatro meses después de aquello todavía no se ha celebrado en el Parlamento español ningún otro pleno ordinario. De hecho, no está previsto que tal cosa ocurra hasta el próximo 7 de febrero, día en el que está fijada la primera sesión. Habrán pasado entonces cuatro meses y medio, 138 días concretamente, sin que el poder legislativo se haya reunido una sola vez en sesión ordinaria. Y ello, en plena crisis y con el país en riesgo permanente de bancarrota. Desde que se disolvieron las Cortes, solo ha habido un pleno extraordinario para convalidar el decreto de medidas económicas urgentes. Luego, nada.

Semejante período de inactividad plenaria no ha supuesto, sin embargo, que sus señorías dejen de percibir sus sueldos un solo día. Es más, los nuevos diputados comenzaron a cobrar sus nóminas el 21 de noviembre, al día siguiente de las elecciones, a pesar de que hasta el 13 de diciembre ni siquiera se constituyeron las Cortes. El único trabajo que desarrollaron sus señorías durante esas tres semanas remuneradas fue hacerse la foto reglamentaria en el Congreso y firmar su acta. Para ser justos, habría que añadir la dura tarea de recoger el iPad, el iPhone y el contrato para instalar en su domicilio una línea ADSL gratuita. Los tres regalos que los diputados decidieron hacerse antes siquiera de afrontar, allá por mediados de febrero, el calendario de sesiones plenarias.

Pero tampoco crean que una vez iniciado el curso sus señorías tomarán una velocidad de crucero en sus quehaceres parlamentarios. Muy pronto, tendrán otra semana de inactividad. Como es tradición, y sin que tal cosa figure en ley alguna, los diputados y senadores acordarán -«por cortesía», dicen- la suspensión de todas las sesiones durante la semana previa a unas elecciones autonómicas. En este caso, las andaluzas, que se celebrarán el 25 de marzo. La excusa es que puedan participar así en la campaña electoral. Sin tener en cuenta, eso sí, que la inmensa mayoría no tendrán intervención alguna en ella, dado que han sido elegidos en otras comunidades autónomas. Pero, para qué matizar. Vacaciones para todos.

Que los meses de julio, agosto y enero sean totalmente inhábiles en el Congreso es un escándalo. Pero que puedan pasar cuatro meses y medio sin que se celebren plenos ordinarios y sin que el Gobierno se someta por tanto durante ese período a control parlamentario alguno constituye una afrenta intolerable a los ciudadanos.