Álava y Navarra

| PABLO MOSQUERA |

OPINIÓN

23 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

SUS DESTINOS políticos se asemejan. Los dos territorios forales buscan una fórmula que dé un gobierno estable y, sobre todo, no choque con el pensamiento del ciudadano que, tanto en un territorio como en el otro, ha votado mayoritariamente no nacionalista. En Álava, tuve el honor de propiciar un acuerdo PP-PSE-UA que puso, por primera vez, a los nacionalistas en la oposición, logrando así la alternancia al Partido Nacionalista Vasco. En aquel verano de 1999, Buesa, Rabanera, Oreja y yo tuvimos arduas negociaciones que culminaron con un Gobierno foral del que formé parte y que se prolongó a otra legislatura, tanto en las instituciones forales como municipales; incluso fue la semilla del acuerdo que posibilitó la alianza del 2001 con Oreja de candidato a lendakari, derrotada contra pronóstico por Ibarretxe. El jueves, cuatro candidatos a presidir el Gobierno foral de Álava disputarán el cargo. La falta de acuerdo PP-PSE puede entregar el Gobierno foral al PNV. Se precisa generosidad y lealtad. Lealtad al mandato de los alaveses, que como los navarros, votan mayoritariamente no nacionalistas. Generosidad para dejar a un lado intereses personales de poltrona y facilitar un gobierno no nacionalista que puede ser de reparto, incluso de intercambio de poder. En Navarra para UPN, y en Álava, para el PSE. Las diputaciones forales son tan importantes como el propio Gobierno vasco; por el reparto competencial que propicia el régimen foral, por la fuerza social que se ejerce desde las instituciones forales, que nada tiene que ver con las diputaciones de territorio común. En Navarra, el socialismo queda tocado por los arrumacos al nacionalismo que tiene muy claro en qué consiste el cambio: acercar Navarra a Euskadi, justo lo contrario que pretenden los navarros de derechas o de izquierdas no nacionalistas. Sería lógico o que gobierne UPN en minoría a tan sólo un escaño de la mayoría absoluta, o un pacto entre UPN y PSN para mantener Navarra en el amejoramiento, sin intromisiones vascas. En Álava, sería lógica la alternancia con el PSE en el poder foral, y así el Partido Popular les devuelve el favor a los socialistas alaveses tras dos legislaturas de apoyo a Rabanera. Acuerdos con PNV son poco prudentes, máxime cuando este partido tendrá que dilucidar entre Egibar, discípulo de Arzalluz, e Imaz, que se muestra como nacionalista pragmático y respetuoso con la legalidad vigente.