¿Gallegos pesimistas o pacientes?

| GONZALO OCAMPO |

OPINIÓN

12 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

NO PARECE que hayan sido precisamente gratas las recientes declaraciones del director general de Tráfico a un medio de comunicación, puesto que el presidente de esta comunidad ha exigido rectificaciones. En relación con la accidentalidad en el tráfico, se calificaba a los gallegos como imbuidos de un pesimismo psicológico histórico o crónico. Hubiera sido mas atinado hablar del gallego paciente que del gallego pesimista. Ocurre que Galicia cuenta con 32.415 entidades de población; el 47,55% de los núcleos de población españolas tiene en esta tierra asiento. Solamente el 16,9% de nuestro suelo tiene menos de 200 metros de altitud y de ahí el trazado sinuoso de nuestros caminos, tan preteridos en sus transformaciones. Según datos del MOPU de 1993, el 87,8% de la red caminera gallega tenía menos de 7 metros de anchura, y el 72,4% de ella no sobrepasaba los 5 metros. Hasta la década de los noventa el 77% de los gallegos vivían en áreas rurales. La endémica emigración había forzado a un avanzado proceso de envejecimiento, escasa instrucción, falta de dinamismo. Los hábitos eran negativos frente a la mecanización del transporte que llegaba. La postergación que de Galicia se hace desde los poderes públicos -sin que nadie alce la voz- es ya secular. En 1804 Lucas Labrada se refería a «una provincia, por la mayor parte montuosa, cual es Galicia, con los peores caminos transversales que se puedan imaginar». El Gobierno central justificaba sus dejaciones en la excentricidad noroccidental de Galicia, en su ancestral aislamiento del finis terrae . Ni siquiera en el último tercio del siglo XX se rompe el maltrato, cuando ya la ingeniería de los caminos lo puede todo. Se diseñan los mapas de autopistas y de autovías; la autopista del Atlántico, de Fene a Tui, se corona al cabo de casi una treintena de años; las autovías del Noroeste y de las Rías Baixas serán las últimas en realizarse. Y por si todo esto fuera poco miremos a la Transcantábrica; útil ya casi todo el trazado de la cornisa norte, Galicia, en el 2007, tiene abiertos a la circulación unos pocos kilómetros, los más fáciles e inocuos, al tiempo que los peligros y dificultades no disminuyen entre Vilalba y la puerta de Ribadeo. ¿Pesimistas? Mejor pacientes, ante una marginación ininteligible y que no cesa.