Las elecciones y el tráfico

| GONZALO OCAMPO |

OPINIÓN

11 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

NOS REFERIMOS al tráfico urbano, a la vista de las elecciones municipales que se avecinan. Es asunto de prioritaria preocupación para los ciudadanos, según muestran sondeos, encuestas y la misma voz de la calle. ¿Acaso los problemas que genera la circulación de vehículos en los núcleos urbanos se incluyen en los programas de los partidos políticos que aspiran a los gobiernos municipales? ¿Se sienten capaces de enfrentarse a ellos con planes de mejora coherentes? Los parques de automóviles crecen de modo incesante en el marco urbano a costa de espacios físicos que puedan ofertar un régimen de tráfico mínimamente fluido, seguridad y lugares para que los estacionamientos no lleguen al extremo de institucionalizar la doble fila y de invadir áreas peatonales. La ingeniería del transporte sirve al automóvil y cuando ensancha calzadas, será a costa de achicar aceras. Las propias aceras son ocupadas -cada vez en mayor dimensión, entre la desfachatez de unos y la impasibilidad de otros- por el vehículo de motor, cuando no se utilizan como carril-bici. En desigual pugna, el peatón es humillado una y otra vez. La indisciplina de los usuarios tiende a la generalización. El tráfico se lentifica y se hace inseguro. Y por si fuera poco, aumenta la contaminación ambiental, entre las emisiones crecientes de gases carbónicos y los ruidos gratuitamente exacerbados. Pero no seamos del todo negativos. Por eso apuntamos ahora en doble dirección. Recientemente, la comisaria de Política Regional de la UE señaló que «las autoridades municipales disponen de un amplio abanico de competencias [¿] para reforzar el atractivo de las ciudades en términos de transporte». El Libro Blanco. La política europea de transporte de cara al 2010, de la Comisión de las Comunidades Europeas, urge a una política común de transportes como exigencia para el desarrollo sostenible y, entre otras cosas, insta a «un nuevo enfoque del transporte urbano por parte de los poderes públicos locales, para reconciliar la modernización del servicio público y la racionalización del uso del coche particular». ¿Será la hora de la política, del buen gobierno de la ciudad, del racional ejercicio de la autoridad?