Galicia, Semana Santa y tráfico

| GONZALO OCAMPO |

OPINIÓN

04 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

HACE YA dos décadas que, en este tiempo de Semana Santa, se articula desde la capital de España un sistema de vigilancia del tráfico, con título de operación especial, que cuenta con todos los medios humanos y técnicos al efecto teóricamente desplegados a lo largo y ancho del territorio nacional, para tratar de conseguir un régimen de circulación fluido y seguro. Estos planes de actuación inciden en todas las comunidades, con excepción de las que tienen asumidas competencias en la materia y, por tanto, programas propios. Sin embargo, pudiera ocurrir que tal despliegue no fuera del todo necesario en alguna latitud. La experiencia acredita que en Galicia no requieren estas fechas de excepcionales medidas para la atención a su tráfico. Del mismo modo que se prevén millones de desplazamientos de automóviles sobre las densidades ordinarias de la circulación, podrían igualmente preverse las tendencias viajeras, para distribuir aquellos medios de vigilancia en itinerarios de probadas complicaciones. No es esta tierra destino selectivo en el éxodo mecánico que parte de ciudades interiores buscando la certidumbre del buen clima. Seguramente que los turistas mesetarios huyen del vértigo diario hacia las claridades y los azules de Levante y de Andalucía. No basta con la belleza intemporal de este finis terrae , que no oferta garantía de soles en esta época del año: «Abril, vil», dice el refranero de la temperie. Es posible que acertase el infatigable y sagaz viajero ilustrado inglés Richard Ford cuando afirmaba de Galicia que «es la región más húmeda, y como el invierno es largo, y la primavera y el otoño lluviosos, sólo debe visitarse en verano». ¡Ah!, pero queda la otra alternativa, que es la de los hipotéticos lectores del no menos ilustrado viajero inglés, George Borrow, decidido admirador de esta tierra «que contiene algunos de los más extraordinarios paisajes de España¿ todo es allí de insólita y agreste belleza». En cualquier caso, el furor viajero de este tiempo hará que no estemos solos.