El laberinto gallego del fauno

| CARLOS G. REIGOSA |

OPINIÓN

28 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

ME LO contó Manuel Villanueva, director general de contenidos de Telecinco e impulsor de El laberinto del fauno , coproducción hispanomexicana que obtuvo tres Oscar. El director y guionista Guillermo del Toro se inspiró en una historia de fuxidos que le contó un día en Los Ángeles un gallego exiliado en México. «A partir de ahí surgió la idea, que luego enriqueció con el mundo mágico del fauno. Así me lo contó él en reuniones en Madrid», me dijo Villanueva. La verdad es que la historia de represión que encabeza, en la película, el capitán Vidal y que se ambienta en el año 1944, es reflejo de muchas peripecias que ocurrieron en la posguerra española, en particular durante la persecución implacable de los maquis, o guerrilleros antifranquistas. No es muy rigurosa la fecha, porque en verdad la represión sistemática se produjo algo más tarde, cuando fueron enviados capitanes curtidos y adiestrados en la lucha contrainsurgente, para acabar con unas guerrillas cuya moral había ido creciendo a medida que se hundían Hitler y Mussolini. Pero este es ciertamente un detalle irrelevante que en nada afecta a la película. En cambio no es irrelevante el acierto con el que retrata la brutalidad represiva y la absoluta indefensión de unos vecinos atrapados en un laberinto de sangre. Mucho se ha hablado del cuento de hadas -metafórico y trágico, seductor- que todo lo envuelve. Pero ese cuento representa, a la postre, el mismo drama que se muestra en la realidad y que hace iguales al capitán Vidal y al monstruo del laberinto. Porque Del Toro nos habla de la furia ciega de la impunidad que se desata bajo el totalitarismo, sea del signo que sea. El mundo mágico es el refugio de Ofelia, de 13 años en su laberinto de princesa, que es, a la vez, un cuadro arrebatado de Goya. Nada digno puede sobrevivir en tal ambiente, nada espiritualmente sano. Sin el oxígeno de la libertad, la dignidad se marchita, convertida en un bien escaso. Y la verdadera vida muere. Lástima que no le hayan dado el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Se lo merecía.