Castigo físico

OPINIÓN

24 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

UN PROYECTO de ley, aprobado por el Consejo de Ministros, manda, por fortuna, a criar malvas el último vestigio de la terrorífica patria potestad heredada de los romanos que todavía perdura levemente entre nosotros en el artículo 154 del Código Civil. Este divino artículo otorga a los padres la facultad de «corregir razonable y moderadamente a sus hijos» una opción que, de hecho, permite a los padres darle al niño algún cachetito que otro para que de verdad se entere de que a este mundo no sólo hemos venido a sufrir, sino también, y por el mismo precio, a ser humillados. Porque lo bueno de un cachete no es sólo el daño físico que causa, sino que al enemigo -en este caso, al niño- se le obliga a morder el polvo. Bien es verdad que, en ocasiones, esa maravillosa criatura que llamamos hijo tiene un comportamiento de auténtica alimaña, y se comprende que los padres desemboquen en la desesperación. Pero, obviamente, con eso los padres ya tenían que haber contado y, por tanto, estaban obligados a aprender a no perder el control en las adversidades. En los días dorados de Roma -por ejemplo, en la época misma de Julio César-, el poder del jefe de familia era, desde un punto de vista jurídico, el más riguroso que conoce la historia. No hay pueblo que haya dado al mundo un padre tan bestia como el padre romano: el padre tenía incluso derecho a matar al hijo. Hubo que llegar a Constantino, ya en el siglo IV después de Cristo, para que por fin se declarara que el padre que mandara matar a su hijo sería castigado como parricida. Como nuestro derecho es hijo del derecho romano, la sombra infinita de la patria potestad romana -que, obviamente, sólo correspondía al padre, y no a la madre- ha pervivido todavía en el artículo 154 de nuestro Código Civil. Salvadas todas las distancias que haya que salvar, el ya ex ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, al declarar, cuando ha abandonado el ministerio, que el Gobierno quiere eliminar del Código Penal toda posibilidad de castigo físico infligido por los padres a un hijo, ha marcado un gol histórico. López Aguilar ha ingresado ya en el club de Constantino, que le arrebató al padre romano el derecho al parricidio.