¡Vaya papeleta, señor Zapatero!

| FERNANDO ÓNEGA |

OPINIÓN

02 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

YA ESTÁN digeridas las elecciones catalanas. Ya están hechos casi todos los análisis posibles. Ya sabemos que Mas obtuvo una victoria insuficiente. Ya fue ensalzado el movimiento de Ciutadans de Catalunya como uno de los incordios que puede crear la política. Ya hemos leído que Esquerra sabe dónde están las llaves, matarile-rile-rón. Ya intuimos que el Gobierno catalán va a ser decidido por los partidos que más han bajado. Y el PP ya se encargó de proclamar, desde su modesto 10%, que Zapatero ha recibido un batacazo singular. Rebajemos todo eso con un poco del agua que sobre de los sesenta litros que repartirá Cristina Narbona, y tendremos el diagnóstico más acertado: Cataluña ha sido Lampedusa que ha votado para que nada cambie. Hubo un leve movimiento de escaños, pero CiU sigue siendo el partido más votado, y le siguen por este orden los socialistas, la Esquerra, el Partido Popular e Izquierda Unida-Verdes. Ciutadans no cuenta a estos efectos. La situación es la misma que hace tres años. Sólo cambia que Montilla no es Maragall y que el PSC tiene menos votos, además de menos escaños, que Convergencia i Unió. Lo que ha cambiado es el panorama general. Hace tres años, situar a un socialista al frente del tripartito era comenzar a tocar poder. Hoy, reeditar esa mayoría es tocar un nido de serpientes. Significa volver a las andadas con unos radicales que no hacen más que exigir y protestar. Es recuperar la imagen de un gobierno rehén de unas minorías que no siempre han demostrado sentido de Estado, ahora que a Zapatero le sentaba bien el apoyo de los convergentes. Supone volver a dejar vacío el espacio de centro en el momento más inoportuno, visto el calendario electoral. Y puede suponer cerrar por mucho tiempo la posibilidad de una alianza que prometía una cómoda y fructífera estancia en el poder, como se ha visto en la reciente aprobación de los presupuestos. Todo eso se puede caer si los socialistas catalanes se aferran a su necesidad de conservar el gobierno y desconocen las necesidades de Zapatero. Y en esas estamos. Tanto es así, que José Blanco ha tenido que pasar en diez horas de hablar del PSC como «fuerza determinante» a darle libertad para hacer los pactos que crea convenientes. Es que han chocado dos trenes: el del socialismo catalán, que no quiere ser monaguillo de CiU, y el de Zapatero, que necesita a CiU como apoyo básico de gobierno. ¿Cómo terminará esto? Lo sabremos en pocos días. De momento, el PSOE está haciendo lo más urgente: evitar un cisma. Pero a nadie se le oculta que romper ahora con CiU es, probablemente, quemar una mayoría de futuro en el Gobierno de España. Por eso he titulado esta crónica así: ¡vaya papeleta, señor Zapatero!