¿Ciudades sostenibles?

OPINIÓN

23 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

LAS ESTAMPAS que retratan las ciudades del primer tercio del siglo XX dejan ver calles y plazas urbanas apacibles, lugares para el encuentro y la conversación entre gentes, para la convivencia, tal vez con el telón de fondo de un automóvil junto a un coche de caballos: la tracción mecánica junto a la tracción de sangre. Después, la motorización que sigue a la fabricación en serie del vehículo de motor hará ya imposible la vieja postal. Al cabo de los años, las ciudades son hervideros de automóviles, estén en movimiento o en reposo. La invasión mecánica no deja espacios libres en las ciudades, todo es objeto de posesión, calles, aceras, paseos, espacios peatonales¿ El crecimiento de los parques de vehículos intramuros de los núcleos urbanos desborda las previsiones municipales. Entre la sobreabundancia de automóviles y su uso tantas veces innecesario -en defecto de los transportes públicos- ha conformado un aluvión de incomodidades y de inseguridad. Por si fuera poco, no deja de resentirse la salud pública con la suma de ruidos excesivos, humos y emisiones de bióxido de carbono contaminantes del medio ambiente. De algún modo, se cumplen las predicciones que hacía Le Corbusier, allá por los años veinte: «¿ Se deja hacer, se deja erigir sobre la vieja villa una nueva ciudad que matará la vida¿ por cuanto crea verdaderos nudos de congestión sin modificar la calle». Así las cosas, ante un presente complicado y que parece anunciar un futuro poco claro, tanto ediles como expertos en asuntos urbanos se afanan en hacer de cada población una ciudad «sostenible», en aras de lo que viene llamándose sostenibilidad, la racionalidad en la movilidad y en la accesibilidad a la ciudad, la reducción de cuanto de negativo tiene la circulación de vehículos, la moderación de los volúmenes del tráfico restringiendo el uso de automóviles particulares, y favoreciendo por distintos cauces la utilización de servicios públicos de viajeros. Existe, en fin, el llamado Club de Ciudades Libres de Coches, al que se han adherido ciudades españolas: ¿habrán hecho de la sostenibilidad su santo y seña?