Urbanizadores altivos

| GERARDO G. MARTÍN |

OPINIÓN

27 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

TIENE justificación suponer que, en ocasiones, las fiscalías actúan como los políticos: organizan su agenda de cazatalentos después de leer la prensa, escuchar la radio y ver la televisión. Da la impresión de que para acabar entre rejas, aunque sea de paso, no llega con ser supuestamente corrupto, urbanizador altivo dispuesto a levantar Nueva York en la Mancha. Además, hay que haber sido pasto de Aquí hay tomate o subproductos semejantes, tener un zoo entre las cuatro paredes de casa, presidir un club de fútbol o condiciones semejantes. La justicia, como ocurre tantas veces con la moda, es recurrente, recorre los mismos caminos que ya cruzó, vuelve al pasado. Lo que está pasando recuerda de cuando en vez aquel caso célebre de Lola Flores, perseguida por el fisco sañudamente y dándonos la impresión a casi todos de que si solamente hubiera sido la señora del Pescadilla , podría haber estado tranquila. Cumplía otro requisito, además del de defraudadora: era un peso pesado del cuché. Nuestros urbanizadores altivos no llegan del norte, como es tradición que venían los bárbaros, sino que van ascendiendo desde el sur, de Marbella a Seseña, afectando algún que otro punto intermedio. ¿Será verdad que en el rastreo que se supone están llevando a cabo Hacienda y las innumerables fiscalías del país, solamente caen estos peces que, por sistema, habían aparecido previamente como sospechosos en los espacios de investigación de los periódicos, en los productos tremebundos de nuestras televisiones? Más allá de Roca, Muñoz o Del Nido, ahora viene a primer plano ese insólito Paco el Pocero , que tiene las maneras del Jesús Gil joven, aquél que en San Rafael hizo víctimas de una mezcla inconmensurable de chapuzas a buen número de españoles. En definitiva, que hasta que la realidad no nos demuestre lo contrario, los urbanizadores-arrasadores altivos se tienen que cuidar más de los periodistas y adheridos que de los fiscales; o cuando menos, por este orden.