Una muerte anunciada

| JOSÉ RAMÓN AMOR PAN |

OPINIÓN

08 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

ME UNO al deseo expresado por la familia y los amigos de Jorge León: que las personas de bien respeten su memoria, que no le juzguen, que no le condenen, que no manipulen su muerte ni su vida¿ Y eso deberían hacer tanto los partidarios de la despenalización de la eutanasia como los que se oponen a ella. Porque siguen existiendo muchos prejuicios e inexactitudes en uno y otro bando. Hay que rechazar que se mezclen situaciones muy diferentes que por ello mismo merecen valoraciones diferenciadas; que se adjetive el término eutanasia -activa, pasiva, directa, indirecta-, porque eutanasia sólo hay una (facilitar médicamente la muerte al paciente terminal que la ha pedido); que se banalice un tema tan serio (ahí tenemos a Ramona Maneiro diciendo que es genial lo que ha sucedido); y que informativamente se manipule el asunto sobredimensionándolo. Todo ello no facilita la búsqueda de un consenso a través de un diálogo abierto, libre, respetuoso y responsable, me parece a mí. Para quienes quieran profundizar en ese tipo de debate les recomiendo la lectura de la declaración sobre la eutanasia que publicó hace unos meses el prestigioso Instituto Borja de Bioética, accesible en su web . Al debate sobre la eutanasia le pasa lo que a los Ojos del Guadiana, que viene y va. No es un debate de hoy, ni mucho menos. Eso sí, últimamente ha adquirido un gran eco social, mediático y político, deliberadamente buscado y potenciado desde aquellos sectores que buscan el cambio de la actual legislación. La defensa de la vida es un valor ético, y debe ser jurídicamente protegido. Se podría admitir una excepción en el caso de la eutanasia, no lo niego, contando con el examen previo de un comité de ética asistencial en cada caso concreto. Pero no en el actual contexto. Es una realidad palpable que en España es aún muy minoritaria la asistencia a los enfermos en fase terminal con un tratamiento del dolor y un ambiente de confort familiar y afectivo óptimos, bien en unidades de cuidados paliativos, bien en el domicilio del enfermo. Ni siquiera hemos sido capaces desde el 2002 de poner en marcha en el Ministerio de Sanidad el preceptivo Registro Nacional de Instrucciones Previas. Así las cosas, ¿cómo quieren que confíe en que seremos capaces de cumplir una regulación, por muy buena que fuese, en materia tan sensible como la eutanasia?