El tapado

CÉSAR CASAL GONZÁLEZ

OPINIÓN

25 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

ES tapón como Diego, como Juanito. Explota como el cava. De Leo Bassi, genial payaso, a Leo Messi, rey sobre el césped. Rexach le firmó el contrato en un segundo, «sobre una servilleta». No se equivocó. La pulga Messi (1,68) es un gigante con balón. No lo sepultará la fama: «Sólo quiero llegar a la cancha y hacer lo que me gusta, jugar con la pelota». Juega con la pelota y con las torres. No es patrimonio del Barça ni de Argentina. Es del fútbol. Hay que evitar que lo maten a patadas. Nació en Rosario en el 87 y jugó de niño en el Newell's Old Boys. Llegó a los infantiles blaugranas y pasó al primer equipo en un suspiro. Fue campeón del mundo juvenil y mejor jugador con la remera albiceleste. A los 17 fue el culé más joven en marcar en Liga, una vaselina imposible al Albacete. Es un trilero. Improvisa. Es un descarado. Pasa por los peores sitios. Está conectado a un cable de alta tensión. Es un crack por la derecha, por la izquierda, en la media punta, adelante. Destroza los sistemas. Hace que un estadio parezca otra vez el sitio del recreo. Toca y marca. Tiene el instinto básico del gol. Multiplica los pases y los goles. Dejará a los cronistas sin metáforas. El Mundial confía en él. Aún no es Maradona, pero... cesar.casal@lavoz.es