Esperanzados

OPINIÓN

28 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

LA OLA de terrorismo islamista ha tenido un efecto colateral: ha hecho inviable la violencia como medio para conseguir fines políticos en Occidente. En algunos países de nuestro entorno se veía el terrorismo como algo lejano. Esa laxitud creó burbujas de oxígeno donde tomaban aire organizaciones como el IRA o ETA. Tras el 11-S, nada volvió a ser lo mismo. El terrorismo ya no es una vía ni para quienes lo impulsaron. El comunicado del IRA revela un cambio de estrategia, no de principios éticos («Reiteramos nuestra visión de que nuestra lucha armada fue totalmente legítima»). John Hume, premio Nobel de la Paz, ve motivos para estar razonablemente confiados. Como tratándose de terroristas nunca es posible confiarse, mejor es dejarlo en que hay motivos para estar razonablemente esperanzados.