Semana de la familia

| JOSÉ RAMÓN AMOR PAN |

OPINIÓN

26 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

QUE EL MODELO familiar tradicional está sujeto a profundas modificaciones en los últimos tiempos no es una novedad. Hemos pasado de la familia extensa a la nuclear, del solo matrimonio canónico a tener también la posibilidad del casamiento civil, del matrimonio a la pareja de hecho y, lo último, el divorcio exprés y la admisión del matrimonio entre personas de igual sexo y la posibilidad de que adopten. No olvidemos los vínculo.com y el cíber-sexo: un modo que nos permite entrar en relación, apenas sin esfuerzo, desde el despacho o el hogar, con personas muy alejadas de nuestro entorno social y cultural y con posibilidades inusitadas de desplegar ante ellas todo un mundo imaginario de fantasías. Ciertamente, muchos cambios en poco tiempo, que remodelan en profundidad nuestra manera de entender las relaciones humanas. El ideal de la subordinación de lo individual a las reglas colectivas ha sido pulverizado y el valor fundamental ahora es el de la realización personal, el respeto a la singularidad subjetiva. La sociedad del bienestar está ahí para nosotros, sin que nosotros tengamos que estar para ella. En todo esto hay mucho de encapsulamiento narcisista infantil. Reflexionar sobre la familia del futuro y el futuro de la familia, desde un talante dialogante y con el rigor de los datos que proporcionan los mejores profesionales de la educación, la psicología, la sociología, la filosofía y el derecho, no sólo es algo oportuno sino prioritario. Por eso, no puedo menos de hacerme eco de la celebración estos días en Pontevedra de una Semana de la Familia organizada por las parroquias de la ciudad y su comarca, que alcanza ya su sexta edición. Curiosamente, sin haber disfrutado nunca de grandes centros universitarios ni teológicos, Pontevedra ha sido desde antiguo cuna de grandes líneas de pensamiento que dejaron su impronta en la Historia de Galicia. Véase como ejemplos, su magnífico Museo Provincial, primero bajo la batuta del recordado Filgueira Valverde y ahora la de Carlos Valle, y esta Semana de la Familia, iniciativa de ese gran sacerdote que es Jaime Vaamonde, que ha conseguido aglutinar un grupo de personas comprometidas con el desarrollo social y cultural de su ciudad desde la perspectiva de un humanismo de inspiración cristiana nada rancio ni clerical y, por supuesto, nada integrista, en perfecta consonancia con las directrices del añorado Concilio Vaticano II.