En tiempos de guerra, no hacer mudanza

| JOSÉ Mª CALLEJA |

OPINIÓN

03 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

MÁS DE TRES millones y medio de ciudadanos norteamericanos han votado a Bush y no a Kerry. Este contundente dato -realzado más todavía por la imponente participación- certifica hasta qué punto su política goza de más apoyo en los Estados Unidos que la del derrotado candidato demócrata. Uno mira el mapa electoral y comprueba que, excepto algunos estados de la costa Este y otros pocos de la costa Oeste, lo que se impone es el macizo del país. La contundencia cromática del rojo republicano encoge, achica, derrota, a la Norteamérica culta, urbana y liberal de los demócratas. El discurso de Kerry gusta en Europa, especialmente en España, no porque atraiga en sí mismo, sino porque era el que podía derrotar al odiado Bush; pero lo cierto es que los norteamericanos han decidido que en tiempos de guerra no conviene hacer mudanza. En España habíamos casi sobado el catálogo de críticas a Bush: tosco intelectualmente, primario políticamente, mentiroso en lo de las armas de destrucción masiva, belicista, ultrarreligioso hasta el sectarismo, profundamente conservador. Pues bien, los norteamericanos le han preferido antes que a un Kerry al que se le había adornado con méritos que, desde luego, sus paisanos no han valorado. Dicen quienes conocen a fondo los EE.?UU., que en Europa tenemos un percepción de aquel país muy condicionada por los medios de comunicación progresistas de la costa Este, pero que esos medios no son de referencia para determinados votantes, que tampoco ven las películas de Michael Moore. Los que preferíamos que ganara Kerry no podemos decir ahora, como han hecho algunos, que el pueblo norteamericano es tonto, políticamente inculto y esas cosas que con tanta facilidad se repiten en España. Los resultados pueden irritar, pero son impecables desde el punto de vista democrático. Si la victoria de Kerry hubiese supuesto una sensación de alivio en los gobiernos de España, Francia y Alemania, el triunfo de Bush obliga a los tres a hacer un esfuerzo por recomponer cuanto antes las relaciones entre democracias obligadas a entenderse. La lucha contra el terrorismo, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos y el avance de la paz en el mundo así lo exigen. Zapatero ha reconocido el triunfo de Bush y debe empeñarse en reconducir la situación, por su propio bien y por si pudiera influir, ojalá, en un cambio a mejor de la postura del presidente reelegido.