Particularismo contra libertad

ALFONSO DE LA VEGA

OPINIÓN

20 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

ORTEGA DECÍA que el mal de España se llama particularismo. Particularismo también patente en dos elementos vertebradores clásicos: el Trono y la Iglesia, idea que defienden los modernos integristas periféricos, especialmente los nacionalistas vascos del PNV. Los defensores del Estado integral republicano como Azaña pensaban que los estatutos de autonomía servirían para reforzar a España y a la República; pronto se vio que los sectores más extremistas los consideraban como una plataforma para la escisión. La idea federal en la tradición española, salvo los pimargalianos y los anarquistas bakuninistas, como mal menor en su intento de debilitar al Estado, era más frecuente entre los monárquicos partidarios del Antiguo Régimen. En efecto, éstos contaban con el régimen de fueros, jurisdicciones locales y privilegios como una barrera para la libre circulación de las ideas, las mercancías y los hombres, pues si se evitaba la unidad de acción en todo el territorio, sería más fácil mantener los privilegios y en general el statu quo preexistente. El Estado de las Autonomías lamentablemente ha venido a potenciar que el particularismo excluyente se contemple como derecho progresista . Tal es la creencia de que el Gobierno y el Parlamento vascos no forman parte de las instituciones españolas, de modo que sus leyes no obligan, salvo cuando les conviene utilizarlas de modo torticero o en provecho del bolsillo. O que existe un pueblo vasco soberano pero servil del clericalismo profético de Arzalluz. En Francia, este particularismo contra la libertad se está viendo en la ofensiva judicial de grupos integristas islámicos contra intelectuales laicos, como nos indica el caso Houellebecq, acusado de atacar al Islam, y que demuestra que el fanatismo e integrismo religioso-político, sea el islámico o el de la España negra representada por los nacionalistas vascos, de turbia conciencia «ante Dios humillada», como dicen los sabinianos, están contra el progreso civil y la civilización laica y liberal, porque no se puede confundir multicultarismo excluyente con pluralismo tolerante.