
La dueña de una fastuosa discoteca en la ciudad malagueña, fallece a los 75 años a causa de un cáncer de estómago
10 jun 2022 . Actualizado a las 13:22 h.La musa de la noche marbellí ha dicho adiós. Olivia Valère, la mujer que hizo del arte de vivir su leitmotiv, se ha encontrado de bruces con la muerte. Falleció el pasado martes en París a los 75 años a causa de un cáncer de estómago. París, la ciudad de la luz, la ha visto apagarse. Lo ha hecho acompañada de sus tres hijos. A la francesa, que aunaba la doble condición de empresaria del ocio y anfitriona de la juerga, le habían diagnosticado un tumor hace un año que menoscabó su salud, hasta que en las últimas semanas su estado empeoró gravemente. Era dueña de una ostentosa discoteca que llevaba su nombre.
Por su local desfilaron desde Elizabeth Taylor a Sean Connery, pasando por Prince, Julio Iglesias y demás miembros de la jet set. Su glamur se labró en los tiempos de la Marbella insomne, aquella que nunca se acostaba. Allí pinchaban los mejores disyóqueys del mundo y alguna niña bien, como Paris Hilton.

En 1985 Olivia Valère abrió su primera discoteca en Puerto Banús. Tomó el relevo de Menchu Escobar, afamada relaciones públicas de la Marbella aristocrática. El 25 de julio del 2000 abrió de la mano de Jesús Gil su discoteca homónima. «Olivia, Marbella necesita una gran discoteca que relumbre como el oro, así que ponte con ella, porque tienes más 'güevos' que un toro de lidia», le dijo el rey del yacusi.
La empresaria, de origen francés, levantó su mítico local en un santiamén, en pocos más de dos meses, alentada por un Gil empeñado en hacer de Marbella la meca de las grandes fortunas, los petrodólares y la especulación. Fue una operación no exenta de controversia. Todo se hizo con tantos apremios que a los invitados se le pegaban el alquitrán en los zapatos al pisar la carretera, recién asfaltada. Su club estaba protegido de miradas indiscretas por una muralla de diez metros de altura y con una decoración con motivos de Las mil y una noches. El complejo constaba de una impresionante discoteca, un restaurante de precios exorbitantes, el Palacio de Babilonia, y un lounge bautizado como La Terraza de Karen.

Licenciada en Literatura, trabajó en su juventud como relaciones públicas del Senado francés. Curiosamente, la dama de la Marbella de la coca y el champán se jactaba de no beber ni probar las drogas. Cuando Marbella saltó a las primeras páginas de los periódicos por la corrupción de Gil, Julián Muñoz, Marisol Yagüe y compañía, Valère echaba la culpa a la prensa. «Lo que pasa aquí existe en Montecarlo o Saint Tropez. Cuando tienes un niño que hace cosas feas lo escondes un poquito», se quejaba.
Llegaron las vacas flacas. La jet set comenzó a desertar. Sean Connery, que había comprado en los sesenta Malibú, una fastuosa mansión ubicada en un paraje idílico, fue uno de los primeros en largarse junto a su mujer.
Llamó la atención que una mujer refinada accediera a participar en un reality de La Sexta, Mujeres ricas, un programa que seguía el día a día de cinco mujeres adineradas. Cuatro años más tarde la fichó Telecinco como concursante de ¡Mira quién salta!, si bien resultó eliminada a las primeras de cambio. Tal como era su deseo, Olivia Valère recibirá sepultura en su tierra de adopción.

El triste final de la jequesa de Marbella: alcohol a domicilio y unos blíster de antidepresivos
A falta de lo que diga la autopsia, que depende del resultado de los análisis toxicológicos, la lectura del atestado sobre el caso de la jequesa de Marbella conduce a una conclusión preliminar: Kasia Gallanio (46 años) murió sumida en la pena, rodeada de joyas y lujo, pero también de botellas de alcohol —que llegaba a pedir a domicilio— y varios blíster de antidepresivos.
El pesar de Kasia, el asunto que le estaba amargando la vida, era estar separada de las tres hijas que tenía en común con Abdulaziz Al Thani, tío del actual emir de Catar, del que se había separado y con el que mantenía un duro litigio en los tribunales franceses, con el añadido de la denuncia de acoso sexual presentada por dos de las menores contra el padre.