Buen viaje, don Francisco

Mari García Mosconi

OBITUARIOS

Imagen del homenaje que los feligreses de Leiro rindieron a don Francisco tras su jubilación.
Imagen del homenaje que los feligreses de Leiro rindieron a don Francisco tras su jubilación. cedida

Los feligreses de Leiro recuerdan con cariño a quien fue su párroco durante más de tres décadas

31 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En marzo, el día de la Encarnación, de la vida, don Francisco estaba de cuerpo presente en Taragoña, su parroquia, que lo tenía con mimo en su iglesia donde era velado con cariño. Por eso cuando las campanas doblaban por su muerte empastaban un repique de alegría a la vez por la vida eterna, la que compartirá con todos sus feligreses fallecidos. Vaya un sentido «lo siento» de la parroquia de Leiro a la de Taragoña y a sus familiares.

En 1985 don Francisco llegó a nuestra parroquia para nunca más dejarla. Y digo que no se marchó porque aunque su cuerpo cansado lo obligó a jubilarse, una parte de él se quedó aquí, en el corazón de sus parroquianos, como atestigua el cruceiro que vigila la entrada al cementerio. Así, vigilante, era nuestro cura. En todos estos años, cuántos bautizos habrá oficiado, cuántas comuniones, confirmaciones, uniones y ¡cuántas despedidas!

Y en su ejercicio despertó de su letargo la capilla de Brión, que atendió como una parroquia más. Allí oficiaba no solo los domingos sino también todos los sábados por la tarde y aun por la semana. Allí formó también a los más jóvenes en el catecismo. Y la capilla de la Virgen de los Desamparados tenía sus puertas abiertas gracias a la colaboración incansable de algunas vecinas que rezaban el rosario por cada difunto.

Leiro se despedirá de don Francisco en un sentido y emocionante acto. Vayan unas palabras de gratitud para la asociación vecinal del cementerio de Leiro que con su trabajo constante, y muchas veces invisible, hace posible, entre otras muchas cosas, este momento de respeto y sentimiento a la figura de nuestro cura. A mi mente viene su recuerdo, la satisfacción que sintió cuando vio en su despedida el regalo que esta parroquia le tenía preparado, el cruceiro que lleva su nombre, el mismo que nos recordará que una vez don Francisco nos acompañó, igual que don José, que está enterrado en este camposanto. Ahora don Marcelino es nuestro cura y a pesar de su reciente llegada es tanta su cercanía que ya parece que nos conociese de hace años.

Las campanas tañen y cada tañido resuena en el corazón, nos remueve por dentro, nos recuerda a los nuestros y al vacío que dejan con su marcha. Siga don Francisco cuidándolos con su fortaleza, como lo hacía en vida. A veces hay que escuchar, porque las palabras no salen, hay que callar, porque las lágrimas salen y hay que seguir y buscar… el agua viva. Así lo dijo él e un sermón: que agua verdadera es la que nace de las palabras y las palabras si son buenas y escuchadas dan su fruto de agua viva. ¡Qué se puede decir! El tiempo pasa imparable por eso no hay que perder la oportunidad de agradecer no solo a los que ya no están, sino también a los que están. Y qué sería de don Francisco sin la ayuda permanente de María Dolores y familia. Gracias también por vuestro tiempo y dedicación.

Buen viaje, don Francisco