El empresario que escribió el nombre de Pontevedra en cristaleras de todo el mundo

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

OBITUARIOS

CAPOTILLO

Falleció Francisco Barbeito Castro, fundador de Pontevedresa Group pero, sobre todo, un emprendedor humilde y adelantado a su tiempo al que le gustaba que sus trabajadores se jubilasen con él

06 dic 2020 . Actualizado a las 20:41 h.

Pontevedra acaba de perder a uno de sus empresarios más innovadores, pioneros e internacionales. Falleció Francisco Barbeito Castro ( Lérez, 1928), que fue el fundador de la antigua Cristalería Pontevedresa, hoy rebautizada como Pontevedresa Group. Es difícil compilar sus aciertos empresariales. Porque fueron muchos, tal y como atestiguan algunos de los reconocimientos que obtuvo por parte de colectivos empresariales e instituciones. Pero lo que sí se puede contar fácilmente es que Barbeito construyó su proyecto empresarial a su imagen y semejanza: con humildad y sin dejar a nadie en el camino. Prueba de ello es que él, que en el 2015, cuando ya casi llegaba a los noventa años, contaba en este periódico que su lema seguía siendo «trabajo, trabajo y trabajo», disfrutaba cuando sus operarios se jubilaban en la empresa. Les veía marchar a la edad de la jubilación tras toda una vida en la firma y él, que seguía al pie del cañón, se mostraba orgulloso de esa cooperación inquebrantable.

A Barbeito, posiblemente, le marcaron sus orígenes, que fueron humildes. Desde crío ayudaba a sus padres en la casa de comidas que tenían la parroquia pontevedresa de Lérez —Casa Barbeito— y después, dando ya muestra de su carácter emprendedor, tuvo con su hermana su propio negocio de vinos y tapas donde hoy está bar El Pulpeiro. También se ganó el pan como transportista de pescado desde las lonjas de Marín, O Grove y Vigo hasta las grandes capitales españolas. Y, además, trabajó hasta en la construcción de la vieja fábrica de la Cros, una de las edificaciones industriales emblemáticas de Pontevedra. Hasta que se enamoró del vidrio y comenzó la que sin duda fue su gran aventura empresarial. «Siempre me llamó la atención el cristal», contaba con emoción en un reportaje en La Voz de Galicia. 

Tenía poco más de 30 años cuando, en 1959, fundó Cristalería Pontevedresa. No eran tiempos para florituras. Las estrecheces de la posguerra obligaban a hilar fino. Pero él le echó agallas y, en un pequeño bajo del centro de Pontevedra, en una travesía de la ahora codiciada calle Benito Corbal (frente a Costa Giráldez) abrió su pequeño negocio. Quizás en aquel momento no fuese consciente, o quizás sí, pero estaba poniendo los cimientos de un proyecto industrial familiar que trascendería, sobre todo, por su capacidad de enfrentarse a lo desconocido sin renunciar a sus principios y orígenes. 

Barbeito, en aquellos tiempos difíciles, puso sobre la mesa los conocimientos que había aprendido de un almacenista de vidrio de A Coruña. Inicialmente, se dedicó exclusivamente al corte y colocación de vidrio. Pero, pronto, su afán por innovar y por apostar por las nuevas tecnologías comenzó a ser determinante. Fue de los primeros en biselar cristal y en 1960 patentó una formula de disolución compuesta de nitrato de plata aplicada a la fabricación de espejos, con su mujer Elisa Otero, como plateadora. En los ochenta implantó la primera línea de vidrio templado plano del noroeste peninsular y, a partir de ahí, la máxima siempre fue la misma: innovar, innovar e innovar. De ahí que también fuese de los primeros empresarios en hablar de sostenibilidad y aplicar este concepto a la producción. Su grupo empresarial, cuyo epicentro está ahora en el polígono de A Reigosa, es todo un símbolo en Pontevedra. Y a Barbeito se le debe haber escrito el nombre de la ciudad por todo el mundo. No en vano, la internacionalización de sus ventas supuso que edificios, autobuses o barcos llevasen escrito, en una esquina de sus ventanales, la palabra Pontevedresa. 

CAPOTILLO

Haber sido un pionero, pero también una persona comprometida con el empleo, al que muchos de sus operarios acompañaron toda su vida, le brindó un buen número de reconocimientos. En el año 2015, fue galardonado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos-CEDE con el Premio Directivo Global. Luego, en el 2019, le fue concedido el premio Cidade de Pontevedra, que recogió de las manos del alcalde Miguel Anxo Fernández Lores con mucha emoción. Ese año, también vivió otro momento emotivo, cuando en marzo hubo un acto en su empresa para celebrar los 60 años de la firma. En todas estas citas, de una u otra manera, Francisco Barbeito siempre dijo lo mismo: que el éxito de su proyecto empresarial era el acierto de todo su equipo, del primer al último trabajador. Quizás por eso se le define como una persona que nunca se olvidaba de nadie. Y quizás también por eso le deja a los suyos un legado que va mucho más de lo material y que tiene que ver más con cómo y con quién hacer las cosas que con el simple hecho de hacerlas.