La superviviente del Holocausto que se salvó «por suerte»

Cristina Barral Diéguez
Cristina Barral PONTEVEDRA

OBITUARIOS

Ania Fuchs durante una entrevista realizada hace unos años
Ania Fuchs durante una entrevista realizada hace unos años CAPOTILLO

Ania Fuchs de Horszowski nació en 1921 en Tarnopol y, tras huir del Holocausto primero, y de la inseguridad de Venezuela después, pasó los últimos años de su vida en Caldas. Falleció el miércoles en el Hospital do Salnés

14 feb 2019 . Actualizado a las 10:24 h.

El corazón de Ania Fuchs de Horszowski (Tarnopol, Polonia, hoy Ucrania, 1921) se apagó este miércoles a los 97 años. Esta superviviente del Holocausto nazi no pudo superar una infección pulmonar que la mantenía ingresada desde hacía ocho días en el Hospital do Salnés, en Vilagarcía. Su único hijo, Luis, y su nuera se esperaban el fatal desenlace. Pero la historia de Ania, esa mujer de sonrisa y belleza que recordaban a la de las actrices de antes y que habría cumplido los 98 años el próximo 27 de febrero, seguirá viva.

Lo recordaba Pedro Gómez-Valadés, presidente de la Asociación Galega de Amizade con Israel (AGAI). «Foi unha muller dunha humanidade enorme. Todo o que pasou fixo dela unha muller moi forte. Os sobrevivintes do Holocausto van desaparecendo por unha cuestión de vida e aí é cando nós temos que tomar o relevo e manter a súa memoria», señala Gómez-Valadés. Con la muerte de Ania solo queda en Galicia, en concreto en Vigo, otra superviviente del Holocausto. Miembros de la asociación acompañarán a la familia en su despedida, prevista para esta tarde (18.30 horas) en el cementerio municipal de Eirín, en Caldas de Reis. Recibirá sepultura en tierra, en una ceremonia lo más parecida a lo que sería un entierro judío.

Conocí a Ania en junio del 2012. Me recibió junto a su hijo Luis en su piso de la calle Juan Fuentes de Caldas de Reis, localidad en la que vivió desde que en las Navidades del 2010 abandonaron Venezuela «con catorce maletas, cinco perros y cuatro gatos». Ania vestía aquel día de negro y calzaba unos zuecos rosas. No se separaba entonces de su perra Esperanza. Una palabra que, sin duda, marcó una vida dura.

Ella, que dominaba cuatro idiomas -español, inglés, ruso y polaco- y se defendía en otras dos lenguas -alemán y francés-, lo contaba en un perfecto castellano. ¿Cómo se salvó? «Usando el cerebro. No hay lógica en lo que he hecho. Me salvé por pura suerte. Había gente que se ocupaba de salvar gente y decidí seguirles». Así relataba ella cómo cambió su vida y la de su familia cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en su Polonia natal.

Ania vivió tres años confinada con otros judíos en el gueto de Lwow y perdió a sus padres, Jacobo y Berta, siendo muy joven. Pese a los problemas de movilidad que tenía en el año 2012, su voz era serena y optimista. Sus ojos brillaban más si cabe cuando rememoraba el horror. «Durante la guerra lo que no hice fue gritar. Cuando mataron a mi madre no tenía ganas de vivir y cuando la guerra terminó me quedé sin nada, diciendo ‘Yo así no vivo’».

Contó que a su madre la mataron de dos disparos en enero de 1943 y que su padre murió dos meses después víctima de la fiebre tifoidea. Ania también le perdió la vista a un novio que tuvo y con el que no pudo reencontrarse en la ciudad de Dniepropetrowsk. Poco antes de que acabara la guerra conoció por casualidad al que se convertiría en su marido, Stefan Horszowski. Su periplo vital transcurrió en Cracovia, Varsovia, Lodz y Francia, antes de recalar en Venezuela, a donde emigró en abril de 1948. Para ello tuvieron que firmar un documento alegando que eran cristianos. De Venezuela optaron por marchase debido a la inseguridad que ya en el 2010 se vivía en el país.

Esa mujer de mundo que fue Ania pasó sus últimos años en Caldas viendo la televisión en varios idiomas y jugando con su perrita. «No camino bien, pero aquí estoy», decía ella. No le pedía nada a la vida, pero tenía claro qué le diría a los jóvenes que ven negro el futuro: «Que luchen, porque no hay nada que no se puede cambiar, solo eso».

Su peripecia vital está recogida en el libro Exilio a la vida. Sobrevivientes judíos de la Shoá, editado en el año 2006 en Caracas, y también en un documental producido por la Asociación Galega de Amizade con Israel.