La tontería del Día Mundial sin Coche

MOTOR

CESAR QUIAN

16 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo 22 de septiembre se celebra el Día Mundial sin Coche, una de esas acciones que no tienen ninguna repercusión porque nadie las sigue, pero que deberían soliviantar a millones de personas que dependen laboralmente de la industria del automóvil y que se ven agraviadas por iniciativas como esta. Por no decir también a los millones de usuarios que se ven obligados a coger cada día un automóvil para desplazarse a trabajar o a llevar a sus hijos al cole.

Celebrar un Día Mundial sin Coche forma parte de la demonización que desde la Comunidad Europea, que fue la que lo instauró en los años noventa, se está haciendo contra el automóvil, como si fuese el causante de todos los males medioambientales del planeta. Pero el Día Mundial sin Coche supone una hipocresía absoluta, porque esos mismos políticos que auspician esta ridiculez se pasean en coche todos los días del año sin ningún rubor. Esta hipocresía ha llegado a hacer que alguna ministra española, conocida por su cruzada antiautomóvil, se haya desplazado 500 metros en bicicleta para llegar adonde se encontraban las cámaras de televisión y dar así imagen de ecologista. Eso sí, quinientos metros antes se bajaba del automóvil oficial en el que la llevaba su chófer, ocultándolo a la vuelta de la esquina. Ese gesto convirtió a la ministra ecologista en ministra ecolojeta.

La hipocresía está llevando al automóvil a un callejón sin salida. Desde la Comisión Europea se ha creado una corriente que demoniza los automóviles de combustión, poniendo precio a su cabeza y determinando el fin de sus días. Eso supone un enorme problema para todos los grupos europeos del automóvil, abocados ahora a una carrera hacia la electrificación que los va a poner a los pies de los fabricantes chinos, que ya se están relamiendo con el pastel que los irresponsables políticos europeos ponen a su alcance.

Estos días corre por los medios de comunicación de toda Europa la noticia de que a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le ha comido el lobo una de sus mascotas, un poni. La prensa destaca que a raíz de este hecho se esté pensado en la Comisión tomar medidas para limitar la protección del lobo. Es solo una muestra más de la tontuna que afecta a los que pisan más moqueta que calle y se aíslan de los problemas reales que tienen los ciudadanos europeos para llegar a fin de mes.

Con el automóvil pasa lo mismo, nadie se pregunta si el automóvil eléctrico es viable en el futuro, cuando millones de personas circulen por las calles con ellos, ni siquiera si los nuevos combustibles que se están creando ahora podrán hacer que los motores de combustión sigan siendo alternativa, o si el hidrógeno no sería una vía más realista.

Seguramente, el día que veamos cerrar las grandes fábricas europeas de automóviles empecemos a darnos cuenta del tremendo error cometido. Y, seguramente, cuando no podamos comprar un coche porque los precios de los eléctricos no nos lo permitan, empezaremos a añorar los tiempos en los que había coches por menos de veinte mil euros en todos los concesionarios. Por eso el próximo día 22 de abril no será mi día, ni el de millones de ciudadanos europeos que ya están hasta el gorro de tanta tontería.