Adiós a Santiago Ares, leyenda del autocrós gallego y padre de los también pilotos Santi e Iván

Iván Antelo REDACCIÓN / LA VOZ

MOTOR GALLEGO

Santiago Ares, a la derecha, y su hijo Iván
Santiago Ares, a la derecha, y su hijo Iván Nacho Carballeira

«Fue uno de los grandes pioneros del automovilismo», recuerdan amigos y rivales. Era, además, el padre de los también pilotos Santi e Iván Ares

11 may 2022 . Actualizado a las 23:35 h.

«Fue uno de los grandes pioneros del automovilismo gallego, en lo que se refiere al autocrós. De hecho, a día de hoy, él y yo somos los más veteranos del circuito. Le ganaba solo por una carrera. Yo empecé en la última de 1983 y él en la primera de 1984. Me imagino que muchos aficionados guardarán todavía en la retina sus duelos conmigo», recuerda Tito Rodríguez, otro de los históricos del motor, sobre una leyenda como Santiago Ares, que este martes 10 de mayo dejó huérfano al deporte gallego de uno de sus impulsores. Tenía 67 años. El funeral tendrá lugar a las seis y cuarto de esta tarde en la iglesia de San Martín de Tabeayo, en Carral.

Santiago Ares hizo disfrutar a los aficionados del autocrós y del ralicrós, en innumerables campeonatos gallegos, de España e incluso de Europa.  «Hace falta gente como él. Para que disfrute el público, pero también para que disfrutemos los pilotos. Si no hay rivales que den guerra, yo por lo menos no disfruto», agrega el que fuese su máximo rival. «Recuerdo una carrera en la que iba yo delante, me dio un toque por detrás, me trompeó, y lo que hizo fue pararse. Me esperó, dejó que me pusiera delante otra vez y seguimos con el duelo. Así era él. 'Me equivoqué y a mí no me gusta pasarte así", me dijo», rememora Rodríguez.

Ángel Longueira, miembro de la comisión de autocrós de la Real Federación Española de Automovilismo, confirma los valores de Santiago Ares sobre la pista: «Lo conocí a finales de 1982 en el circuito que había en Sabón, al lado de La Voz de Galicia. Yo estaba como aficionado y él empezaba a correr en un 127. Disfruté de él en muchísimas carreras del campeonato gallego y luego él también hacía muchas por Asturias, Zamora y Portugal. Era un piloto con una gran ambición de evolucionar la montura que llevaba. Cada año corría con un coche diferente. Un 127, un Seat 1.200, la época dorada del Golf y fue subiendo y subiendo... Él no corría por correr, siempre quería más. Era muy apreciado en todo el circuito».

Santiago Ares (derecha), junto a su amigo y también piloto de autocrós Perfecto Calviño
Santiago Ares (derecha), junto a su amigo y también piloto de autocrós Perfecto Calviño Ana Garcia

«Yo fui director de carrera en el circuito de Arteixo durante muchos años y jamás tuve que llamarle al orden. Siempre demostró un gran pilotaje y todas las victorias que consiguió, que fueron muchísimas, fueron la demostración del poderío que él tenía en la pista. Nunca necesitó de artimañas o de adelantamientos temerarios. Era muy muy respetuoso con todos. Y como persona era... Su box estaba abierto a todo el mundo. Si tenías hambre, allí estaba él con sus paellas, con sus empanadas... Tenía un don. Era muy querido por todos», confirma Longueira.

Santiago Ares, además de un pionero del autocrós gallego, es el padre de los también pilotos Santi e Iván Ares. Su equipo, el Ares Racing, sigue llevando sus valores por todo el campeonato de España de ralis, con muchos de sus amigos trabajando ahora para su hijo. «Conocí a Santiago hace 35 años. Yo era un adolescente. Era un piloto frío, muy fino y con el aval de los resultados: cuatro veces campeón gallego y luego compitiendo por el norte de España y Portugal. Siempre fue un grandísimo piloto de dos ruedas motrices, en donde era prácticamente imbatible», comenta Fran Orgeira, su amigo y ahora integrante del Ares Racing.

«Si estabas con él, no tenía ningún problema en enseñarte todo lo que sabía. Así tenía de amigos... Inculcó el amor por este deporte a sus hijos y a sus amigos. Yo era futbolero, pero con él aprendí de coches y conocí mundo. Disfrutábamos tanto en la pista como luego por semana en casa. Tenía tanta ilusión por las carreras... Incluso ahora, sabía que no iba a ganar, pero le gustaba generar proyectos. Iba a las carreras para ver dónde le podían fallar los coches y seguir perfeccionándolos. Y así hasta conseguir que funcionasen. Tuvo coches de competir fabricados por él en su casa. Como fue el 206 con un motor BMW. Últimamente competía consigo mismo. Desde que entraron los 4x4 se preocupó más de crear coches que de competir», añade Orgeira.

«Éramos un grupo de amigos y parte de ellos estamos ahora con sus hijos, con Iván y con Santi. Hemos convivido muchísimo. Las puertas de su casa estaban siempre abiertas para lo que necesitaras. Paulo Sergio, del autocrós de Lousada (Portugal), nos llamaba el equipo modelo de Coruña por la cantidad de amigos que íbamos. 'No sois profesionales, pero competís y estáis a la altura de ellos', nos decía. Y lo mismo ahora con Iván. Así se lo ha transmitido Santiago. Seguimos siendo un grupo de amigos, que parecemos familia», apostilla.