—¿Cómo se metió en esto?
—Mi padre tenía una compraventa de coches de segunda mano. Había revistas de motor, que al final de las páginas de mercado metían las deportivas. Aquellos coches con pegatinas nos fascinaban. Y nos llevaba al rali San Froilán, a las subidas... Esto da muchos sinsabores, pero nuestro secreto es que somos muy aficionados. Otros lo hubiesen dejado antes. Yo fui copiloto oficial de Citroën. Nunca olvidaré Alemania 2010, segundo en el podio junto a Sordo, entre Loeb y Ogier. Y en Francia, por delante de Solberg.
—¿Qué le queda por lograr?
—Con tres campeonatos de España, tres podios mundiales y habiendo ganado tramos del Mundial, todo lo que venga es a mayores. Logré más de lo que esperaba. Me doy por satisfecho. Cuando corrí mi primer rali dije: «Ya me puedo morir tranquilo». Y ya ves.
—A usted lo que le gusta es correr.
—Sin duda. Soy aficionado en general. Hasta copiloté un camión en Marruecos con un piloto de Kazajistán.
—¿Le da tiempo a ver el paisaje?
—Más de lo que parece, aunque en ralis menos, pero tengo grabados en mi mente para siempre paisajes increíbles del Dakar.
—¿No se marea?
—El cuerpo se adapta. Como a los golpes y botes, hasta para escribir en marcha. Y leer, claro.
—¿Su tramo predilecto?
—En Galicia, el cañón del Sil. En Asturias, Nueva Labra. Sergio y yo tenemos el récord de ese tramo. Es el que más veces hice.
—¿Su coche preferido?
—El Peugeot 205 rallye. El primero que tuve. Me lo regaló mi padre en 1992. Lo vendí a los dos años. Pero el año pasado, escuchando a otro hablar de su primer coche quise ir a por otro 205, entré en una web de compraventa de segunda mano y... ¡apareció ese que fue mi coche! Estaba perfectamente restaurado, así que lo recompré.
—¿Se defiende con la mecánica?
—Algo sí. Te puedo cambiar un palier o la correa de la distribución, porque recibimos formación de los coches. La del Citroën fue en Versalles.
—O sea, que si se me rompe la lavadora, le llamo a usted.
—Bueno, lo intentamos. Soy un poco manitas...
—¿Cocina?
—Desde hace poco y por necesidad. No es mi fuerte, pero de hambre no nos morimos.
—¿Comida favorita?
—El boniato. También me gustan mucho los huevos fritos con patatas y chorizo.
—Una bebida.
—Una que tomo pocas veces y a la que me aficioné por el piloto peruano que mencioné: la Inca Kola. Sabe a regaliz.
—¿Música, series o películas?
—Prefiero leer, un poco de todo, pero me gustan mucho las novelas bélicas. Y Ken Follett.
—¿Tiene moto?
—Una de trail, porque la uso para entrenar navegación y marcar recorridos.
—¿Le gusta viajar?
—Sí. Últimamente me he aficionado a viajar en caravana. Soy muy fan del Camino de Santiago, en el punto que sea. Mis amigos siempre me dicen que ya viajo mucho cuando compito. Y yo les digo: «No conozco España... conozco el monte de España». Los ralis no van a las ciudades, es todo carreteras secundarias. Y no hay tiempo para hacer turismo. Lo ideal sería poder quedarse un par de días después de cada carrera. Pero hay que trabajar...
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