Salud del mar: el desafío de las bateas
MERCADOS
La producción de mejillones es fundamental para la economía y sociedad de Galicia, tanto por su contribución al PIB gallego, como por el empleo que genera y su interés y calidad gastronómicos. Su cultivo se realiza en bateas, unas estructuras flotantes que pueblan las rías gallegas y permiten un crecimiento eficiente y sostenible. Estas bateas han evolucionado, adoptando tecnologías y materiales modernos para mejorar su eficiencia. Originalmente construidas de madera, para aumentar su durabilidad y funcionalidad han incorporado otros materiales, como plásticos; en concreto, los palillos de plástico, esenciales para fijar las cuerdas donde crecen los mejillones, previenen que se desprendan debido al peso o las corrientes marinas. Sin embargo, el uso de plásticos ha generado un problema ambiental significativo. A menudo se desprenden y terminan en el mar, acumulándose en las costas (algunas de ellas alejadas de las zonas con bateas) y afectando a la fauna marina, incluidos los propios mejillones, que pueden sufrir contaminación por microplásticos, surgiendo, así una preocupación adicional sobre la seguridad alimentaria y la salud pública. Este problema no es exclusivo de Galicia; en regiones acuícolas de Japón y China también enfrentan desafíos similares.
Esta situación se produce en un contexto de una caída en la producción de estos moluscos. Los cambios en los patrones de viento han afectado la disponibilidad de larvas de mejillón (mejilla), esenciales para la cría. En años con más viento, las larvas son arrastradas mar adentro, dificultando su recolección. Además, las lluvias torrenciales han reducido la salinidad del agua, afectando negativamente la supervivencia de los bivalvos más pequeños. Esta combinación de factores amenaza tanto la cantidad como la calidad de la producción, planteando riesgos económicos y sanitarios, que no pueden ser ignorados y, por tanto, no deben pasar desapercibidos para la sociedad y para sus gestores políticos.
La caída en la producción de mejillones y la contaminación plástica ponen en riesgo la viabilidad de una industria clave y el bienestar de muchas comunidades costeras. Afrontar esta crisis requiere un enfoque colaborativo. Los productores, con el apoyo de sus organizaciones, pueden adoptar prácticas más sostenibles, como el uso de materiales biodegradables, coordinar esfuerzos colectivos, pueden liderar iniciativas de limpieza y educación ambiental y promover la investigación de alternativas al plástico o de sistemas de recolección de residuos. Pero estas acciones requieren regulación y respaldo financiero y, por eso las administraciones públicas deben asumir un compromiso efectivo. En concreto, la Xunta de Galicia tiene un papel fundamental en la investigación y la implementación de tecnologías limpias, proporcionando apoyo financiero y regulaciones que promuevan prácticas sostenibles en la acuicultura. Además, el Gobierno nacional y la UE podrían proporcionar fondos y políticas que aseguren la protección medioambiental a largo plazo. La colaboración entre todos los actores es esencial para garantizar la sostenibilidad de la producción de mejillones en Galicia. La UE también puede desempeñar un papel crucial.
La preservación del mar no es solo una cuestión de supervivencia económica, sino una obligación moral hacia las futuras generaciones. El cuidado del medioambiente es responsabilidad compartida, y todos debemos ser parte de la solución para asegurar un futuro próspero y sostenible. Galicia puede seguir liderando la producción de mejillones mientras protege su valioso entorno marino, demostrando que es posible equilibrar la economía y la sostenibilidad medioambiental.