Josep Maria «Jami» Matamala, el «padrino» de Puigdemont

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ABRALDES

18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando un hombre de negocios aparca el pragmatismo y abraza los dogmas de fe de una causa suelen surgir suspicacias. ¿Es cuestión de principios o de interés? A Josep Maria «Jami» Matamala (Gerona, 1957) a menudo se le ha colgado la etiqueta de «mecenas del independentismo catalán», de un hombre de profundas convicciones. Esa imagen se vio reforzada cuando decidió acompañar a Carles Puigdemont, en su huida a Waterloo (Bélgica). Pronto se le atribuyó el rol de cajero automático del expresidente de la Generalitat. ¿Cómo, si no, iba a poder costear desde el 2017 hasta la actualidad la mansión en el número 34 de la avenida de l'Avocat, reconvertida en la «Casa de la República»? Según revelaron en su momento medios locales, el alquiler ascendía a unos 4.400 euros mensuales. Un gasto al que habría que sumar otros muchos de desplazamientos, manutención y campañas. ¿Ha podido un empresario de su talla pagar tantas facturas? Echemos un ojo a su currículo.

«Jami» Matamala i Alsina siguió la estela familiar y desarrolló su carrera profesional orbitando alrededor del negocio del catalanismo cultural, como ya había hecho su padre, presidente de la librería Les Voltes y también fundador de Establiments Línel y Stein. Del 1987 al 1995 hizo su primera incursión en política, siendo elegido alcalde de su ciudad por CiU. Ya por entonces, Matamala dirigía Línel Industrial, empresa enfocada al material de oficina. No acabaron las cosas muy bien para la sociedad: en 1992, y solo cinco meses después de recibir un préstamo de 600.000 euros del Instituto Catalán de Finanzas, el negocio echaba el cierre, tal y como publicó entonces El Punt. Se declaró la suspensión de pagos, a pesar del enorme manguerazo de liquidez que había recibido la empresa de Matamala de la caja pública. La operación de liquidación levantó polvareda y fue muy criticada por el propio Puigdemont, quien trabajaba como periodista en ese diario. De acuerdo con la información de la época recopilada por El Confidencial, en 1994 se anunció que La Caixa se haría cargo de la deuda. A cambio, absorbería los activos de su empresa. Pero, un año después, y para sorpresa de todos, la fábrica fue pasto de las llamas. Un incendio redujo a cenizas el 90 % de la factoría.

A pesar del infortunio, que habría sumido en la ruina a muchos empresarios, ese mismo año, Matamala abrió las puertas de un nuevo negocio: Incatis, dedicado a la organización de ferias turísticas y gastronómicas. Esta sociedad estuvo en el ojo del huracán porque, tras llevar el timón de Fòrum Gastronòmic —organiza ferias en varias ciudades de la geografía española, incluida A Coruña— Incatis fue expulsada en el 2019, por razones «mercantiles», no «políticas». Pero lo cierto es que su figura ya despertaba suspicacias desde que en el 2018 tomó la batuta de CATGlobal ASBL, una sociedad que utilizó para canalizar donaciones y dinero hacia la causa. En el 2019, Matamala recibió el pago por tantos años de servicio y Puigdemont lo hizo senador. El que fuera «padrino» y tesorero del ex presidente catalán se ha convertido en el hombre de paja para justificar el origen del dinero que financia el exilio.

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