Bjørn Gulden, consejero delegado de Adidas: Amistades peligrosas

MERCADOS

24 mar 2024 . Actualizado a las 21:58 h.

Hay rupturas que resultan liberadoras. Tanto, que le quitan a una un buen peso de encima. También las hay que duelen. Algunas en el corazón, las que más; y otras, sobre todo, en el bolsillo. En la casilla de estas últimas es donde se encuadra la protagonizada hace ya más de un año —a finales de octubre del 2022— por Adidas y el rapero estadounidense Kanye West. Fue por una buena causa, eso sí —al también conocido como Ye se le calentó la boca y sacó a relucir su vena racista y antisemita— , pero al gigante alemán de la ropa deportiva el divorcio le ha salido por un pico. Tanto es así que acaba de anotarse los primeros números rojos en más de 30 años. Fueron 75 los millones que perdió en el 2023, cuando un año antes se había embolsado 612.

El encargado de gestionar los efectos de esa complicada ruptura ha sido el nuevo consejero delegado de Adidas, Bjørn Gulden (Zúrich, 1965), que desembarcó en la compañía a comienzos del 2023, después de que esta lograra arrebatárselo a Puma. Ya se sabe que en el ámbito deportivo los fichajes de las estrellas del equipo rival son casi el pan nuestro de cada día.

Y todo sea dicho de paso, entre Adidas y Puma esa rivalidad es casi ancestral. Se remonta a 1940, cuando los hermanos Rudolf y Adolf Dassler decidieron cortar por lo sano y poner fin a su relación. Fraternal y empresarial. Ambos habían fundado allá por 1924 la Gebrüder Dassler Schuhfabrik (Fábrica de Zapatos de los Hermanos Dassler). Un negocio que pronto floreció. Tanto es así que en los Juegos Olímpicos de 1928, en Ámsterdam, la mayoría de los atletas ya corrían con sus zapatillas. Y lo propio hizo Jesse Owens en 1936 en Berlín.

Un éxito empresarial que no solo no sirvió para aplacar las rencillas entre hermanos, sino que las avivó. Pero esa, es otra historia.

Exfutbolista de la segunda división de la liga alemana —militó en las filas del Núremberg en los ochenta, para acabar luego su carrera deportiva en Noruega— dio Gulden sus primeros pases de gol en el mundo empresarial en la cadena germana de zapatos y ropa deportiva Deichmann. Allí trabajó durante un decenio como director general, para dar luego el salto al mundo de la joyería: trabajó para el grupo danés Pandora. Como consejero delegado. Pero fue un paso fugaz. Llegó en el 2012 y se fue al año siguiente. Cumpliendo a rajatabla con el refrán de que la cabra tira al monte, el suizo se dejó arrastrar de nuevo por su pasión por el deporte y fichó por Puma. Como consejero delegado. A los mandos de la compañía se mantuvo hasta principios del año pasado, cuando recaló en Adidas, para la que ya había trabajado por cierto brevemente en los comienzos de su carrera fuera de los campos de fútbol.

Fue una mudanza fácil. Ambas compañías tienen su sede en la localidad de Herzogenaurach, en Baviera, separadas por un trayecto que en coche apenas lleva cinco minutos.

Pasado ya el mal trago de Kanye West, Gulden confía en volver pronto a los beneficios. Su principal arma: la moda de las zapatillas para vestir —como las Samba y las Gazelle—, a la que se han abonado numerosas celebrities de todo el planeta.

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