Los datos actualmente disponibles muestran que, pese a ciertos avances, se mantienen unos niveles socialmente insoportables en un país en el que la brecha entre ricos y pobres se agranda cada vez más, y en el que la insuficiencia de ayudas está averiando los tradicionales ascensores sociales. Los impuestos no gravan lo suficiente a los que más tienen
19 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Un año más, la Red Europea de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN, por sus siglas en ingles) ha publicado el informe anual que viene elaborado desde hace ya tiempo con el fin de hacer un seguimiento de los principales parámetros de pobreza y exclusión social en España y en el conjunto de la UE. Los indicadores presentan una metodología uniforme y homologada por Eurostat (organismo estadístico europeo) para realizar el estudio y comprobación de las condiciones de vida en los diferentes países. Del análisis de este último informe se pueden extraer una serie de conclusiones cuál es la situación en España.
Qué es lo que medimos
En la UE se utiliza el concepto de exclusión social para abordar las situaciones de pobreza, desigualdad, vulnerabilidad y marginación de grupos de población que no pueden tener una participación plena en la vida social, económica y cultural del país. Los procesos actuales de exclusión social conviven con formas de pobreza tradicional. El concepto de exclusión social permite por tanto hablar de nuevas formas de pobreza. Los riesgos de exclusión social agrupan componentes como los ingresos (estar por debajo del 60 % de la renta mediana), la carencia material severa (imposibilidad de acceder a unos consumos básicos) y la baja intensidad en el trabajo en el hogar (que entre todos los miembros del hogar no sumen más de un trimestre ocupados).
Para la medición de la pobreza y la exclusión social, la UE utiliza el indicador Arope (At Risk Of Poverty and/or Exclusion). Según este indicador, el 26 % de la población española (una de cada cuatro personas), es decir, unos 12,3 millones de españoles, están en riesgo de pobreza o exclusión social. Este porcentaje, aún siendo enormemente elevado, es el más bajo de la serie histórica desde que se calcula este indicador.
Esta tasa no es homogénea para todos los colectivos y tiene importantes diferencias según el sexo, la nacionalidad, la edad, el nivel de estudios, la zona geográfica o el grado de discapacidad de una persona. Tener hijos es un importante factor de riesgo, ya que los hogares en los que viven niños y adolescentes tienen tasas más altas en este indicador que aquellos en los que hay adultos solamente.
Hay que destacar también la gran desigualdad territorial que refleja el indicador Arope, puesto que divide a España en dos mitades: las regiones al norte de la Comunidad de Madrid presentan una menor proporción de pobreza y exclusión social, estando en su mayoría homologadas con los países más desarrollados de la UE. Mientras tanto, al sur de esta autonomía, se presentan niveles mucho más elevados.
La pobreza severa
Se entiende por pobreza severa la que agrupa a las personas que viven en hogares con ingresos extraordinariamente bajos (su renta está por debajo del 40 % de la renta mediana). En términos absolutos, actualmente en España están en pobreza severa todas aquellas personas que viven en hogares cuyos ingresos totales son inferiores a 6.725 euros al año (560 euros al mes). Casi el 9 % de la población española (es decir, cerca de uno de cada diez), 4,2 millones de personas, viven en estas condiciones, estando casi la mitad de los pobres en situación de pobreza severa.
Desigualdad
La desigualdad es uno de los problemas más graves que padece el mercado cuando se le deja sin regulación, es decir, a su libre albedrío. Se produce cuando el orden económico y social premia o retribuye a las personas mediante recompensas que no están basadas en el desempeño de su trabajo, siendo los más beneficiados los que se encuentran en una mejor posición social previa, pero también se premian cuestiones como el género, el color de la piel, la edad, el lugar de origen, la religión u otros factores.
Una cuestión importante es que la retribución no tiene porque ser puramente económica, pues hay desigualdad por ejemplo en la sanidad, la educación de calidad o el trabajo. Además, las desigualdades son acumulativas, ya que una desigualdad de base produce una cascada de consecuencias cada vez mayor. Esta desigualdad de base se hereda y limita la movilidad social (el ascensor social) lo que acaba produciendo diferencias insalvables en la calidad de vida de las personas.
El indicador más utilizado para medir la desigualdad es el Índice de Gini, que varia entre cero y uno, y que cuanto más se acerque a esta última cifra, mayor será la desigualdad. De acuerdo con este índice, en España se viene produciendo una importante reducción de la desigualdad desde el 2014, que marca el final de la Gran Recesión. En el 2022 alcanzó el 0,33, una cifra todavía bastante elevada en comparación a la media europea (2,4 puntos superior) y que sitúa a España como el séptimo país con peor Indice de Gini.
El papel de la Administración
Las recientes crisis económicas provocadas por el covid-19 y la guerra de Ucrania han puesto de manifiesto con una intensidad nunca vista la importancia de la acción de las administraciones públicas en el sostenimiento de la calidad de vida de las personas. Durante este último año 2022, la acción del Estado mediante las múltiples ayudas a los hogares ha permitido reducir la pobreza a menos de la mitad. Esto supone que el Estado retiró de la pobreza a 11,5 millones de personas. Las diferentes medidas que se implementaron a través del denominado escudo social (los ERTE, el ingreso mínimo vital, ayudas a las familias más vulnerables para luchar contra la inflación, etcétera) evitaron aproximadamente que 1,5 millones de personas se precipitaran a la pobreza.
La comparativa con la UE
En prácticamente todas las variables de pobreza, exclusión social y desigualdad, los datos españoles son peores que el valor medio que corresponde a la UE. En lo que respecta al riesgo de pobreza, la cifra de nuestro país es del 20,5 % de la población, lo que supone cinco puntos más y sitúa a España en el sexto peor lugar en la lista. En lo que se refiere a la privación material severa, con casi el 9 % de la población en esta tesitura, nos colocamos en el quinto lugar con mayor desigualdad de toda la UE.
Los grupos vulnerables
Los principales factores que influyen para ser pobre en España son los siguientes: personas en riesgo de pobreza o exclusión social, de acuerdo con la definición dada al comienzo de este artículo; los discapacitados; las personas sin hogar o en situación de exclusión residencial; los inmigrantes y refugiados políticos; las personas desempleadas o en situación de precariedad laboral (trabajadores pobres, mayormente los jóvenes, personas sin cualificación y mujeres); los hogares monoparentales con hijos a su cargo (el 47 % de estos hogares son pobres) y, por último, los jubilados de la tercera edad o en estado de soledad.
Las conclusiones
El retrato del informe de la Red Europea de la Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN) nos dice que, pese a ciertos avances en España, se mantienen unos niveles de pobreza y exclusión social intolerables. La brecha entre ricos y pobres se ensancha y ha desbordado ya la economía para extenderse a la política (polarización extrema).
Esta pobreza se retroalimenta, y la insuficiencia de ayudas que sean realmente efectivas está averiando los tradicionales ascensores sociales: los impuestos no gravan lo suficiente a los que más tienen (personas con altos ingresos y grandes empresas), y la educación y las pensiones no garantizan lo suficientemente el ascenso y la protección social. El resultado de todo esto es que los pobres, en su mayoría, no pueden ascender, y quienes nacen ricos nunca dejan de serlo.
Juan Manuel Sánchez Quinzá-Torroja. Profesor titular de Economía Aplicada de la UDC.