El cambio de fondo no es solo climático

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Imagen de archivo de la construcción de la planta de la china Daxiong Spain en As Pontes, que contó con fondos de Industria.
Imagen de archivo de la construcción de la planta de la china Daxiong Spain en As Pontes, que contó con fondos de Industria. josé pardo< / span>

12 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En este mundo solo hay una verdad, una única verdad, y es el calentamiento global. Todo lo demás, aquello que pueda imaginarse, está en entredicho: desde lo espiritual, con Jesús, Buda y Mahoma, hasta lo ideológico, con el comunismo y el liberalismo. Algunos podrán discutir sobre la intensidad del calentamiento o sobre su alcance, pero nadie negará que existe y que, como todo cuerpo vivo — y la tierra es el mayor de los conocidos—, necesita que los cambios sean lentos, muy lentos, para evitar consecuencias traumáticas.

Esta máxima hace tiempo que ha llegado a las cumbres internacionales y, en mayor o menor ritmo, está penetrando en todas las legislaciones nacionales del mundo. Es decir, crea usted o no en ello, se va a incorporar una nueva variable a los producto: la huella de carbono. Al igual que no puede comprar tabaco donde le apetezca, habrá productos que empezarán a quedarse fuera de su alcance. Mejor saberlo antes de que ocurra.

¿De qué sirve hacer una camisa sostenible en Bangladés si después ha de recorrer siete mil millas náuticas quemando fueloil pesado, generando emisiones de óxido de azufre y provocando el 2 % de las emisiones de dióxido de carbono a la naturaleza? Pues no sirve para nada. O cambia el combustible del barco o cambia el lugar de fabricación de la camisa. ¿Qué pasará? Se admiten apuestas. Pero antes de posicionarse, un dato. Inditex generaba 150.000 puestos de trabajo en Turquía en el 2016. Hace un año, rondaba los cuatrocientos mil trabajadores. ¿Se puede recurrir a la navegación verde? Bueno, si usted pone ese concepto en su navegador de internet le saldrá alguna empresa que vende luces verdes para la navegación. Y es que aún no están claros los ejes sobre los que caminará la larga distancia: GNL, metanol, etanol, amoníaco, hidrógeno. Todo está en debate y, mientras tanto, los centros de producción ya han empezado a relocalizarse. El precio, y esto es lo más relevante, ya no marca la localización: la huella de carbono es crucial y esto nos lleva a una nueva ordenación de la industria. El mundo ha empezado a reordenarse y es fundamental ser conscientes de ello.

Los cambios no suelen ir solos y por eso es importante tener claro otro dato. El nivel de vida de un chino es muy similar al que tenía usted en 1990 y el doble del que puede tener hoy un colombiano ¿Cómo se sentía en aquella época? ¿Como un obrero industrial preocupado por adquirir una lavadora y después un seiscientos? No, así se sentía su padre a finales de los sesenta. En los noventa ya era la parte integrante de una clase media que cuando iba a París era para ver el Louvre y no para limpiar los baños de cualquier hotel del extrarradio parisiense. Así, hijos de una nueva clase media, se sienten decenas de millones de chinos que viven en las zonas de más desarrollo. Una clase social que ha estudiado, se ha profesionalizado y que ha desarrollado nuevas necesidades, las cuales, si el régimen desea sobrevivir, han de ser cubiertas. China ha dejado de ser un país fábrica para ser una gran nación con familias que demandan lo mismo que usted. Este mismo razonamiento podría extenderse a otras economías, ayer pobres y hoy con incipientes clases medias. Y esto significa que lo que allí se produce, no siempre llegará al resto del mundo. Piense en aquellas fábricas que han tenido que paralizar su producción por falta de suministro. Bastantes cadenas de suministro empiezan a redefinirse y, con ello, se abren nuevas oportunidades, a los espacios económicos, a las empresas y a las personas. El cambio no es solo climático.