El negocio que ayudó a blindar las exportaciones gallegas

MERCADOS

MONICA IRAGO

Nacida de una empresa de control de plagas tras un cambio de legislación, Embalaxe fabrica embalajes certificados de todo tipo y tamaño para las ventas fuera de la UE

04 jun 2023 . Actualizado a las 11:03 h.

Resolver un lío morrocotudo a buena parte de sus mejores clientes, empezando por la antigua PSA-Peugeot Citröen, hoy Stellantis Vigo. Ese fue el origen de Embalaxe Sistemas y Servicios Export. Una spin-off nacida de la respuesta con la que Plagal, firma vilagarciana especializada en sanidad ambiental, prevención y control integral de plagas, reaccionó al cambio de legislación en la materia a finales de la primera década de siglo, sustituyendo el uso de químicos por el tratamiento térmico de los embalajes para la exportación de cualquier producto fuera de la Unión Europea. Una pronta y esmerada adaptación que, sumada a su contrastado buen hacer en el montaje de cajas industriales de grandes dimensiones, ha sido recompensada con una cartera creciente de clientes. Entre ellos, empresas de referencia en sectores como el vitivinícola o el conservero, o un gigante de la talla de Estrella Galicia.

Llevaba Plagal diez años abriéndose camino cuando un cambio en la normativa correspondiente prohibió el uso del bromuro de metilo, obligando a un reciclaje radical en el obligatorio proceso de desinfección de la madera de los embalajes destinados a la exportación. «Ata esa data, en todos os contedores que viaxaban por mar para exportación fumigábase a embalaxe no porto de saída», pero a raíz de la prohibición química, explica Joaquín Santamaría Fernández, gerente y director general de Embalaxe y Plagal, «obrígase a que a embalaxe de madeira sexa tratada de inicio, non no porto». ¿Cómo? «Con un tratamento de calor nun forno de secado, de entre 10 e 15 horas, con 30 minutos a 56 graos no corazón da madeira».

Espoleado por PSA Citröen

Tocó entonces renovarse o morir. Y siendo Citröen, apunta Santamaría, «o principal cliente que tiñamos cando empezamos —todo o que enviaban con certificado a China contratábannolo a nós—», no había más que un camino a seguir. Espoleado por las necesidades de la multinacional gala, pero también de las empresas del granito y la pizarra para los que también trabajaba Plagal entonces, urgidos de una solución con la que mantener constante el flujo de salida de una producción volcada hacia los mercados exteriores, la compañía arousana se puso de inmediato manos a la obra. «Démonos de alta como operador de embalaxes no Ministerio de Agricultura», señala su gerente, que cuenta: «Compramos un forno, alugamos parte dunha nave no Porriño e empezamos a tratar embalaxes para clientes para os que fumigabamos». Primero, como una nueva división de Plagal. Desde el 2014, con la constitución de Embalaxe, consecuencia de la lógica del crecimiento de su actividad, que llevó a la firma a dejar de tratar embalajes ajenos para dar el salto a un servicio integral: confección de las cajas a la medida y en base a las especificidades del cliente, tratamiento desinfectante, hasta el ensamblaje en la fábrica de origen en casos de portes de grandes dimensiones o especialmente sensibles. Y es que Embalaxe trabaja cualquier formato —palé, jaula y caja— y tamaño, desde un 30x30x30 para el envío de muestras de producto a un 12x3x3 con capacidad para 90 toneladas, apunta Santamaría.

Para alcanzar tal capacidad, la empresa no ha parado de invertir en infraestructura, equipamiento y plantilla. Montando una nave de 1.400 m2 en Vilagarcía, en propiedad, y alquilando otra de 1.200 m2 en O Porriño, con un horno en cada una de 100 m3 de capacidad. En ellos garantizan la desinfección de sus palés, jaulas o cajas en base a las exigencias de la Normativa Internacional de Medidas Fitosanitarias (NIMF 15), además de reducir por debajo del 17 % la humedad de su producto; esto último, «un valor engadido que lles damos aos nosos clientes», señala el gerente de Embalaxe. A principios del 2022, la sociedad automatizó todas sus líneas de producción. Con ello, explica Santamaría, han podido elevar un 25 % su volumen de producción, minimizando estocaje y, frente a lo que se pudiera pensar, incrementando su plantilla, de 7 a 9 trabajadores. Todo, con un crecimiento del 50 % de su facturación, de los 1,4 millones del 2021 a los 2,1 en el 2022. Y sobre todo, disfrutando del sueño de toda empresa: «Todos os días temos solicitudes de clientes novos, que nos van coñecendo por outros clientes, porque nós, accións comerciais para captación, facemos poucas», dice el gerente al enumerar entre su clientela al grueso de las conserveras y bodegas pontevedresas, además de firmas de bienes de equipo, textiles y, desde hace poco, auxiliares de la automoción.

Apuesta por el pino gallego

El 95 % de los embalajes adquiridos por los clientes de Embalaxe tienen por destino proteger parte de los productos que desde Galicia se exportan para los mercados fuera de la Unión Europea. Para ello, explica Joaquín Santamaría, «o 90 % da madeira que usamos é piñeiro galego». Una elección esta nacida de dos convicciones. La primera, la valoración de la materia prima: «A madeira galega é un produto de calidade», dice el gerente. La segunda: «Hai que axudar os provedores locais» porque, añade Santamaría, «imos da man, somos colaboradores». Sumadas ambas cuestiones, concluye: «Preferimos comprar a madeira aquí, inda que sexa un pouco máis cara».

Desde hace unos cuatro años esta elección se ha visto dificultada por los problemas de abastecimiento mundial de madera para embalaje que generó, poco antes ya de la guerra de Ucrania, la prohibición de Rusia de dejar salir de su país rollo en bruto. Una decisión que, sumada a la crisis inflacionaria global, generó un endurecimiento y encarecimiento de las compras de madera que aún no ha acabado de remitir del todo.