Thomas Glanzmann, el ejecutivo sueco para frenar la hemorragia en Grifols

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El mayor laboratorio de España ha perdido este año más de 4.500 millones de euros de su capitalización bursátil

14 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda Grifols, el mayor laboratorio de España, buscando desde hace meses el camino para dejar atrás los números rojos y recuperar el favor de los inversores. Le han dado muchos de ellos la espalda y convertido la andadura bursátil de la firma en un auténtico calvario. En un año se han esfumado más de 4.500 millones de euros de su capitalización. Un roto que se ensancha hasta el 70 % de su valor si se toman como referencia los máximos alcanzados hace tres ejercicios. Algo a lo que en el fabricante de hemoderivados no están nada, pero que nada, habituados. Es más, acostumbraba el que fue presidente de la compañía durante 20 años, Víctor Grífols Roura, a sacar pecho y exhibir en las juntas de accionistas un gráfico con la fiebre trazada por la cotización de la multinacional durante el ejercicio en cuestión. Siempre ascendente. Que para algo fue el artífice del salto internacional de la compañía y del de su debut en el parqué. 

Hasta que llegó el 2020 y con él la pandemia, que impactó de lleno en el corazón del negocio: las donaciones de sangre. El resultado: la rentabilidad por los suelos y la deuda por las nubes. Por eso que no ha de extrañar que casi trimestre sí y trimestre también, asistamos a una sacudida en su cúpula directiva. Van tres en apenas ocho meses.

La última, esta misma semana. La empresa acaba de anunciar que Thomas Glanzmann (Estocolmo, 1958), que ejerce como presidente ejecutivo desde finales de febrero, será también consejero delegado. Dejan de serlo Raimon Grífols, de la tercera generación familiar; y Víctor Grífols Deu, de la cuarta, que hasta ahora compartían ese cometido. Es la primera vez en la historia del laboratorio fundado en Barcelona allá por 1909 que alguien ajeno al clan concentra todo el poder en sus manos. No así la presidencia, que justo antes que Glanzmann ocupó Steven F. Mayer. Brevemente, eso sí. Apenas cinco meses. Lo dejó de manera inesperada por motivos de salud «y otras razones personales», que algunas malas lenguas relacionaron con que la saga no le dejaba hacer. Puede que la idea concentrando ahora ambos cargos en un extraño sea acallar esas voces.

Con todo, no es el paso al lado de la familia Grífols (con acento, signo gráfico que la compañía eliminó de su nombre por aquello de la internacionalización), el único que ha dado la mutinacional con la vista puesta en reconducir los números y taponar la sangría de la Bolsa. También ha echado a andar un plan de ajustes, despidos incluidos (2.300, la mayor parte en EE.UU.), y otro para desprenderse de parte del negocio. Todo está ahora sobre la mesa de Glanzmann. De su buen hacer depende que los inversores vuelvan a confiar en la empresa.

Experiencia en el sector sanitario no le falta. Trabaja en la industria farmacéutica desde los años ochenta. De madre sueca y padre suizo, médico para más señas, Glanzmann es graduado en Ciencias Políticas por el Dartmouth College (Estados Unidos) y con posgrados de negocios en IMD en Suiza y UCLA (EE.UU). Casado desde hace casi 40 años con una finlandesa, padre de tres hijas y abuelo de un nieto, ha vivido en casi una veintena de países: Suecia, Noruega, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Egipto. Eso y una vuelta al mundo que se regaló durante 24 días. Mundo, desde luego, no le falta.

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