Inteligencia artificial: la revolución que pone deberes a Galicia

Alberto Vaquero García

MERCADOS

Inteligencia artificial
Inteligencia artificial María Pedreda

La agrupación de datos entre empresas, la colaboración del ecosistema innovador público y privado, nuevos programas de financiación y una menor carga burocrática son cuestiones a resolver en el corto plazo para subirse a un tren que ya está en marcha

14 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Se le atribuye a Aristóteles la máxima de que «la inteligencia consiste no solo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica». Esta frase, a pesar de tener más de 2.300 años, cobra su máxima actualidad cuando analizamos lo que supone la inteligencia artificial (IA) para la economía en general y las empresas en particular.

La aplicación de la IA en el tejido empresarial va a suponer la existencia de un antes y un después en el funcionamiento de las empresas. La mayor parte de los estudios económicos —salvando aquellos de naturaleza catastrofista— vaticinan que la aplicación y posterior desarrollo de la IA como herramienta básica permitirá mejorar no solo los resultados empresariales, sino la situación económica a nivel global. Por este motivo es necesario realizar el ejercicio de conocer las necesidades y demandas de las empresas en todo este proceso. En Galicia, si cabe, esta necesidad es mucho mayor, por las características de nuestro tejido productivo, caracterizado por un endémico minifundismo, que puede ralentizar la incorporación de la IA.

Los trabajos aplicados de la IA en materia empresarial señalan tres vías potenciales para mejorar el crecimiento empresarial. En primer lugar, gracias a la IA, se consigue una mayor eficiencia en el desarrollo de los procesos y la gestión del tiempo. En segundo lugar, la IA posibilita una mayor facilidad para la resolución de problemas complejos y, finalmente, la IA es la herramienta que hace que las tecnologías y los procesos de innovación se conviertan en un activo habitual en las empresas. Es evidente que esta tríada es vital para conseguir unas empresas eficientes en un entorno cada vez más competitivo y globalizado. Y esto no ha hecho más que empezar.

Resulta obvio que la transformación digital y la automatización suponen importantes cambios en el mercado de trabajo, tanto desde la óptica cuantitativa como cualitativa. Si bien es posible que ciertas profesiones o actividades queden obsoletas con la implantación generalizada de la IA, no es menos cierto que en aquellas ocupaciones que non son fácilmente sustituibles, los profesionales que realicen estos trabajos serán mucho más valorados. Además, al mismo tiempo que desaparecen ciertos puestos, la expansión de la IA también supone el fenómeno contrario, ya que aparecerán nuevas ocupaciones, con más valor añadido. Esto ha sucedido siempre que se produce una revolución tecnológica y debemos aprender de la experiencia.

Unido a este fenómeno, la IA tendrá un impacto positivo sobre todo el proceso productivo, mejorando indicadores como el rendimiento operativo y financiero, la mercadotecnia y la generación de conocimiento en las empresas. En consecuencia, la IA potenciará la creatividad y la capacidad de innovación empresarial, con un claro efecto positivo sobre el rendimiento empresarial.

En tercer lugar, la IA permitirá que las empresas gestionen mejor sus riesgos; gracias a esta herramienta podrán utilizar tecnología para satisfacer nuevas demandas, especialmente en situaciones como la actual, tan cambiante. Esto es así porque la IA permite la obtención de un gran volumen de información en tiempo real, lo que puede ser utilizado para hacer predicciones y establecer tendencias. Toda esta batería de efectos positivos supone que cualquier empresa que opte —porque así lo necesita, pero no de manera forzada— por la aplicación adecuada de la IA, a medio y largo plazo tendrá casi asegurado un mayor beneficio. Esto será especialmente relevante en ciertos sectores como el textil, la energía y la industria del automóvil. Aviso para navegantes: estos tres sectores tienen un peso muy relevante en Galicia.

Con todo, «no todo el monte es orégano», y en Galicia tenemos que vencer varias reticencias y limitaciones para ser una región IA friendly. El primer problema al que nos enfrentamos es el reducido tamaño empresarial. La dimensión de las empresas resulta ser una variable determinante para la adopción de la IA; las pequeñas empresas —y las microempresas— se encuentran con mayores limitaciones, tanto económicas como de infraestructura para poder contar con la IA; esto es así porque las empresas líderes en IA suelen tener cierta dimensión. En segundo lugar, la tipología de empresas y su carácter innovador son otros de los elementos clave; a modo de ejemplo, las start-up innovadoras apuestan mucho más por el uso de la IA. Uno de nuestros problemas es que las iniciativas emprendedoras en Galicia tienen un menor carácter innovador que las empresas del resto de España, lo que, sin duda, condiciona la expansión de la IA.

Además, es necesario conocer las percepciones directas del empresariado gallego sobre la IA, estimar su grado de conocimiento real e identificar los factores para su implantación. No se pueden diseñar actuaciones de IA sin contar con las empresas. Solo contando con ellas podemos conocer en qué estado nos encontramos y qué es lo que necesitamos hacer. El empresariado gallego debe actuar como una brújula que nos indique el camino a seguir, y desde la Administración se debe escuchar sus opiniones y valoraciones. No hacerlo así, nos llevará al fracaso.

Afortunadamente contamos con alguna referencia de primera mano de esta realidad. En un reciente trabajo coordinado por la Axencia para a Modernización Tecnolóxica de Galicia (Amtega) en el que colaboré —junto con otros investigadores — para pulsar la visión empresarial de la IA, pudimos comprobar una serie de elementos que nos invitan, cuanto menos, a un interesante ejercicio de reflexión. De este estudio podemos señalar como para las principales empresas gallegas que apuestan por la IA, las necesidades de los clientes son un elemento tractor para su desarrollo; que los agentes económicos demandan que la Administración estatal y autonómica deben ser las responsables de proveer las herramientas de financiación a las empresas, especialmente si se trata de start-up y empresas de reducida dimensión; que para las empresas punteras en IA en Galicia resulta fundamental rebajar las exigencias burocráticas inherentes a los trámites administrativos, ya que pueden traducirse en un claro impedimento para solicitar las ayudas; que la Administración debería ser el puente entre la Universidad y el sector privado y, finalmente, que es necesario mejorar la formación y conseguir una mayor y mejor comunicación entre el sector privado y la universidad para mejorar la capilaridad de los conocimientos hacia las empresas. Afortunadamente, las universidades gallegas, y la de Vigo es un claro ejemplo de esta realidad, han sabido recoger esta demanda de las empresas y están apostado decididamente por este tipo de actuaciones.

En resumen, y a tenor tanto de la visión macro como micro de la IA sobre el tejido productivo gallego, es preciso diseñar una hoja de ruta que contemple, al menos, tres bloques: mejora de las infraestructuras, apuesta por la formación y el fomento del talento y reforzar las líneas de financiación y apoyo público.

Es preciso ser consciente de la necesidad de profundizar en aspectos como la agrupación de datos entre empresas, siempre respetando cuestiones legales; el fomento de la transformación digital de las empresas a todos los niveles; garantizar la provisión de infraestructuras tecnológicas y estimular la creación de empresas emergentes en IA. En el segundo lugar, hay que hacer una apuesta decidida por fomentar la colaboración de las empresas con los centros de investigación y universidades para el desarrollo de la IA y promover la capacitación, sensibilización y concienciación sobre la IA, evitando estereotipos tan negativos y catastrofistas que sitúan a la IA como el Leviatán. Finalmente, y no menos importante, hay que promover programas de financiación para el desarrollo de soluciones basadas en la IA, al mismo tiempo que se facilita el acceso a la información en un marco estandarizado e interoperable, para que se pueda aprovechar el máximo potencial de esta herramienta.

Galicia no puede quedar atrás en este proceso. No estamos en mala situación, tampoco somos una comunidad autónoma puntera, pero hemos demostrado en los últimos años un importante interés por la implantación y posterior desarrollo de la IA. Además, contaremos con la sede de la Agencia de Inteligencia Artificial. Es el momento de ser inteligentes, hagamos caso a Aristóteles.

Alberto Vaquero García. GEN-Universidade de Vigo. Colegio de Economistas de Ourense