¿Cómo va Galicia?

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Línea de producción PSA Vigo
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05 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Buenos Aires, hace un par de semanas, medio millar de personas y una única pregunta. ¿Cómo está Galicia? Cuando se despidieron de ella, respondí, allá por mediados de los cincuenta, cualquier español medio, salvo un extremeño, tenía mayor nivel de vida que un gallego. La desigualdad territorial era extrema y a nosotros nos tocaba vivir en la parte más débil de la ecuación. Un madrileño prácticamente cuadriplicaba nuestro nivel de bienestar, un vasco lo triplicaba y un catalán lo duplicaba.

Veinte años más tarde todo había cambiado. España trabajaba a destajo para ser la China de Europa. La autarquía falangista ya solo era un mal recuerdo del pasado. Franco hacía su último caminar hacia el Valle de los Caídos. Ahí estábamos, dispuestos a luchar por la libertad. El «todo ha cambiado» alimentaba nuestra autoestima, pero la realidad es que dos décadas de continuos cambios no habían sido capaces de evitar que los gallegos y los extremeños, ahora ya igualados con los andaluces, siguiéramos siendo los más pobres de este viejo tablero llamado España. Ninguno de los aclamados guiños de Franco a su tierra natal habían servido para que cambiáramos nuestra triste posición relativa.

Hoy, tras casi cinco décadas de desarrollo autonómico, un gallego medio tiene prácticamente el mismo nivel de renta per capita que alguien que viva en Baleares o en Cantabria y más que un asturiano, un valenciano, un murciano, un ceutí, un castellano manchego, un extremeño, un melillense, un andaluz o un canario.

La Galicia que llegaba a Buenos Aires escondiendo su lengua materna, buscando trabajo a cambio de comida y ofreciendo sumisión, como señal de paz, ya no existe. En su lugar se ha levantado una sociedad altamente capacitada, estructurada y empoderada. Un cuerpo social que, como el buen acero, se ha forjado con los cambios de temperatura, sintiendo el frio de la periferia y el calor de su genética emprendedora. Hoy, no existen provincias gallegas sin una docena de modelos de éxito empresarial y en el 90 % de los casos les ha llegado por su destreza para gestionar el mercado, tanto el nacional como el internacional.

¿Ven esos pazos que inundan nuestros valles? ¿Cómo se pagaron? Que nadie nos cuente que secularmente fuimos una tierra anclada en la pobreza. La primera revolución industrial destrozó a las naciones campesinas: Galicia era una de ellas. La burguesía, con sus recursos, emigró a las ciudades y a Madrid, y sus campesinos partieron a América. Unha longa noite de pedra, tanto para los que se fueron como para los que quedaron. Hoy, nuestra burguesía empresarial está anclada y es leal a Galicia. No se marchó con la crisis financiera, ni se marchará. Al contrario, es perfectamente consciente de las teclas que mueven el mundo y sabe que la mayoría de los acordes evocan a Galicia.

La redefinición de las cadenas de suministro, los nuevos materiales constructivos, las fibras que van a redefinir el textil, los minerales estratégicos, los hubs energéticos, la industria aeroespacial, el naval 5.0, la nueva movilidad urbana, el transporte intermodal sostenible, la agroindustria y la economía circular, la medicina personalizada, la digitalización empresarial.... Todos estos actores bajarán a la pista, bailaremos con ellos y, dentro de tres décadas, cuando nos pregunten cómo va Galicia sabremos qué responder... Que esta nueva revolución industrial no fue espacio de amenazas y sí escenario de oportunidades. Y que, por primera vez, fuimos quien de bailar con el destino.