Xurelos y huevos

MERCADOS

Martina Miser

18 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Por si fueran pocas las malas noticias que enturbian el ambiente de paz y amor de la Navidad (guerra en Ucrania, nostalgia golpista en Estados Unidos, órdago a todo en nuestro sistema político y judicial), la pacífica Bruselas ha venido a darnos otro martillazo con la prohibición de pescar jurel en los caladeros de Fisterra al Bidasoa. Otro anuncio de ruina para parte de nuestra flota pesquera, que ya tenía bastante encima con el coste del combustible. El xurelo, chincho o chicharro es un «importante pez», como dice el simpático Diccionario Marítimo de Julián Amich. El año pasado, de cada 8 kilos de pescado vendido en las lonjas gallegas, uno era de esta especie. Aparte de su importancia en volumen, los legisladores comunitarios deberían tener en cuenta su valor simbólico. Tocamos a 6,3 kilos de chincho por gallego y año, o un poco menos, dado que para peregrinos y turistas veraniegos es ración imprescindible, fritos, con sus pimientos «del Padrón» y luego reciclables deliciosamente en escabeche, más o menos denso, tapa excelsa de las tabernas costeras. La última navegación épica de una tripulación gallega contra enemigos gigantes se hizo en un barquito que llevaba el nombre del pez. Como Bruselas no se vuelva más sensible a los símbolos patrióticos estará fomentando más desafección y más exits. Y luego pasa lo que pasa. Ahí tienen al Reino Unido, que por culpa del brexit se está quedando sin su equivalente a nuestro xurelo: el huevo. ¿Qué desayunan los británicos, ahora que les han racionado los huevos? ¿Bacon con fabas a secas? Entre el encarecimiento de los cereales por los misilazos de Putin, que ha llevado a muchos avicultores a cerrar sus granjas, y un brote de gripe aviar con su consecuencia de sacrificio masivo de gallinas, nuestros vecinos del norte están que trinan, ahora ya no contra la Unión Europea, sino contra quienes los sacaron de ella. Queridos responsables políticos en Madrid, en Londres o en Bruselas, reflexionen sobre el viejo axioma de que con las cosas de comer no se juega. Un par de huevos fritos o media docena de xurelos en escabeche pueden hacer mucho más por la paz social de lo que ustedes creen.