Fortalezas en un escenario de leve recesión

MERCADOS

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en La Rioja
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en La Rioja Raquel Manzanares | EFE

11 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos hallamos en medio de diciembre, y siendo cierto que podemos concluir que la economía se está enfriando, resulta igualmente acertado decir que cada vez son más las voces que hablan de una leve recesión. La verdad es que si a uno le preguntan en la calle cómo está el país, el 70,3 % le dirán que está mal o peor, lo que lleva a suponer que el encuestado no debería encontrarse muy allá en lo económico. Pues no, solo el 21,6 % reconocen que la vida les va mal; es más, el 66,5 % contestan que les va bien o mejor. Es decir, estamos en un país en donde todo el mundo cree que le va mal a su vecino: me atrevo a afirmar incluso que llevamos más de una década anclados en el discurso de lo negativo. No vende ser optimista. Quizás sea un efecto colateral de la crisis financiera. Tantos cuerpos económicos traumatizados han de tener más de una consecuencia.

Los más cercanos al presidente del Gobierno leerán con satisfacción esta columna. ¡Ya lo dice el presidente Sánchez! Incluso pondrán el foco en que, en la evolución de los precios, somos los que tienen el mejor comportamiento de Europa. A finales de febrero habrá que volver sobre el asunto de la inflación. El invierno, tal y como lo entendemos, aún no ha llegado. Los almacenes de gas siguen llenos, las energías renovables viven felices con estos cielos despejados y las calefacciones aún están medio apagadas; a mayores, China sigue confinada; por tanto, la demanda mundial de energía está deprimida. Tan es así que se puede afirmar que, en España, lo único que moderó su comportamiento fueron los precios energéticos; el resto de los bienes, medidos por la inflación subyacente, subieron una décima.

Pero, ¿están los españoles preocupados por su economía? Pues sí, a todo el mundo le preocupa su vecino. Pero fíjense, entre los grandes problemas del país, son mayoría a los que les quita más el sueño la clase política, su comportamiento y el Gobierno en sí mismo que la educación, la corrupción, la inmigración, la subida de las tarifas energéticas, la guerra de Ucrania, la pobreza, el medio ambiente, la violencia de género o la subida de impuestos. De hecho, el paro solo es el primer problema de España para el 14,1 % de los ciudadanos.

Y este quizás sea uno de los datos explicativos de por qué esta crisis, a pesar de estar anunciada a bombo y platillo, no está generando pánico; el mercado laboral sigue mejorando. La inflación se come las rentas personales pero la mejora del empleo mejora las rentas familiares. Si echamos una ojeada a Galicia, observarán quizá con sorpresa que el paro está siendo cada vez más un problema urbano. Veamos la evolución de las tasas de paro entre el 2012 y el 2022 de algunos municipios rurales relevantes: A Estrada (25,4 %-10,9 %), A Fonsagrada (15,3 %-6,3 %), As Pontes (20,3 %-8,8 %), Betanzos (20,1 %-10,8 %), Chantada (19,3 %, 10,5 %), Lalín (22,2 %-11,08 %), Melide (24,7 %-9,8 %), O Carballiño (27,5 %-13,6 %), O Grove (29,3 %-10,2 %), Ribadeo (18,5 %-10,8 %), Vilalba (22,07 %-9,6 4 %). Todos están con tasas de paro registrado, a octubre del 2022, iguales o inferiores al 10%. Es más, en estos momentos no es extraño, al margen de las grandes capitales gallegas, encontrar municipios que rocen el pleno empleo. La anterior crisis mostró que en España se alcanzaba con una tasa de paro del 8 %; con el actual sistema de protección social, me atrevo a afirmar que con niveles del 9 % es difícil encontrar profesionales cualificados desempleados. Galicia tiene un anticiclón frente a sus costas que nos protege de las lluvias del Atlántico, y tiene otro más, su reducida tasa de paro, que nos permitirá tener algo más de calor durante los duros meses del invierno económico.