Larry Fink, el amo de Wall Street y el mayor accionista del Ibex

MERCADOS

Abraldes

El todopoderoso inversor estadounidense lleva las riendas de la mayor gestora de fondos del planeta, BlackRock, con activos valorados en ocho billones de dólares

12 dic 2022 . Actualizado a las 16:03 h.

Le llaman «Mr. Fix-it», que traducido viene a ser algo así como el arreglalotodo. Los mimbres para merecer ese apelativo ya los había puesto antes, pero acabó de ganarse el apodo durante la gran crisis financiera que sacudió el mundo en el 2008. Cuentan que la noche en la que se gestó la caída de Lehman, viajaba a bordo de un avión, de Nueva York a Singapur. Unas 18 horas de viaje. Cuando aterrizó y se enteró de la quiebra del todopoderoso banco de inversión, no lo dudó. Emprendió el camino de vuelta de inmediato. Otras 18 horas de trayecto. Aunque hay que tener en cuenta que lo suyo no es la clase turista. Y eso, siempre ayuda.

Sin tiempo apenas para descansar, lo de Laurence Fink —Larry para todos, (Van Nuys, California, 1952)— en los días siguientes fue un frenesí de reuniones. Con la Casa Blanca, con la Reserva Federal, con el Tesoro, con los presidentes de los grandes bancos estadounidenses... Y todo, para encarrilar aquella endiablada crisis que llevaba años gestándose en las cloacas del sistema y que les acababa de estallar en las manos.

Fue ese papel de asesor que todo lo puede el que alimentó su leyenda como rey de Wall Street. Un trono que nadie se atreve a disputarle. Que por algo tiene Fink en sus manos las riendas de la mayor gestora de fondos del planeta: BlackRock, con activos valorados en ocho billones de dólares. Sí, han leído bien: ocho billones, con b. Europeos, no americanos.

Es el único inversor del mundo que ha logrado sobrepasar en algún momento de su carrera la barrera de los 10 billones. Solo en España controla más de 42.000 millones de euros. Es el mayor accionista del Ibex. En las empresas que componen el principal indicador de la Bolsa española tiene depositados más de 17.000 millones. Controla más del 3 % de casi una veintena de las 25 firmas que lo conforman. Más claro aún: es el principal o el segundo mayor accionista de firmas de la talla del Santander, el BBVA, Telefónica o Iberdrola. Y otro tanto sucede en Estados Unidos, donde posee importantes participaciones en el capital de casi todas las grandes empresas. Invierte el dinero de todos: jubilados, grandes fortunas, poderosos oligarcas, fondos soberanos...

Así que a nadie le tiene que extrañar que cuando Fink hable, todos escuchen. Desde Gobiernos, hasta bancos centrales, pasando por multinacionales y, claro está, inversores de todo el mundo. De las decisiones que toma «Mr. Fix-it» dependen muchas cosas: la estabilidad de los mercados, el devenir de las economías... Cosas que impactan en los bolsillos de todos. Dicho así, la verdad que asusta un poco. Pero eso es el capitalismo. Ni más, ni menos.

Y todo, en menos de tres décadas. Fundó BlackRock en 1988, junto a ocho socios y bajo el ala, en un principio, de Blackstone, el titán del capital riesgo.

Creció Fink en la costa Oeste de EE.UU., en el seno de una familia de origen judío y clase media. Su madre era profesora y su padre tenía una tienda de zapatos en la pequeña ciudad de Van Nuys, donde Larry trabajó durante algún tiempo. No era tan brillante como su hermano en eso de los estudios y había que arrimar el hombro.

Con todo, se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad de California Los Ángeles (UCLA). Su primer trabajo fue en el First Boston. Empezó en 1976 como corredor de bonos, y fue uno de los primeros agentes en especializarse en la compraventa de las famosas titulizaciones hipotecarias. Las mismas que tiempo más tarde lo harían saltar todo por los aires. Diez años después de su desembarco, el departamento que tenía a su cargo en la entidad encajó pérdidas millonarias en una apuesta fallida sobre la evolución de los tipos de interés. Se apagó su estrella. Tuvo que dejar el banco por la puerta de atrás.

Se juró a sí mismo que nunca más invertiría un solo dólar sin entender antes el riesgo que asumía con ello. Se ve que aprendió la lección.

.