Fertri, a la vanguardia en invernaderos desde Pontedeume

Ana F. Cuba PONTEDEUME

GALICIA INNOVA

JOSE PARDO

La fábrica fundada en los años 70 incorpora la domótica en sus estructuras, que vende y monta en España y exporta a una treintena de países, con Portugal y México en cabeza

30 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

De la fábrica de Fertri, en el polígono industrial de Vidreiro, salen invernaderos minitúnel —para el cultivo casero, a la venta en kit—, túnel —adaptables a todo tipo de terrenos y plantaciones—, multitúnel —de lados rectos y techo curvo, muy resistentes al viento—, macrotúnel —optimizados para el cultivo de frutos rojos o caracoles—, góticos —por el tipo de arco, que permite montar naves más anchas y altas, con mejor luminosidad y ventilación—, capilla —estructura a dos aguas y cubierta de cristal— o multicapilla —un invernadero almacén, con cubierta a dos aguas que admite recubrimientos rígidos—.

La relación sigue hasta 23 modelos diferentes, con variaciones de altura, material de recubrimiento o tipo de ventilación en cada uno de ellos, como explica Adrián Fernández, coordinador de las áreas de producción, logística y diseño. También comercializan naves ganaderas o mesas de cultivo (rodante, móvil, fija con ruedas o calorífica). Pero el fuerte de esta fábrica de Pontedeume son los invernaderos. En 1970, Manuel Fernández Ares (Vilarmaior, 79 años) montó un taller en el bajo de una vivienda con un socio con el que estuvo 27 años. De hacer portales pasaron a trabajar para Astano, «un salto importante», recuerda, que les permitió adquirir un solar y construir una nave justo frente al «rudimentario» taller, en la carretera de Monfero. La crisis del astillero propició la reconversión de Fertri, que empezó a fabricar jaulas para granjas de porcino. Poco después, animados por la línea de subvenciones de la Xunta para la compra de invernaderos, se introdujeron en este sector.

Manuel, que había logrado escapar del campo, contra el deseo de sus padres, empezó a ejercer de comercial, recorriendo toda Galicia, primero, y después buena parte de España, en especial la costa mediterránea (en Murcia, en la zona conocida como la huerta de Europa, cubrieron de invernaderos amplísimas superficies). Portugal les abrió la puerta a la exportación. «Escolléronnos a nós polo idioma e sempre foi un mercado moi importante», subraya este industrial, jubilado pero pendiente a diario de lo que ocurre en la empresa, de la que ahora es gerente su hijo Manel.

La presencia en ferias internacionales, igual en Valencia que en Holanda o en Estados Unidos, les permitió entrar en nuevos mercados. «A empresa foi evolucionando a medida que ían evolucionando os invernadoiros», resume Adrián, ingeniero forestal, que se incorporó a Fertri hace 22 años. Buscaban un perito industrial, pero su dominio del inglés, clave para manejarse en el mercado internacional, hizo que se decantaran por él. El fundador rememora el primer invernadero que vendieron a México, su principal cliente exterior después de Portugal: «Foi na Universidade de Querétaro, nas misións comerciais con Manuel Fraga. Despois vendemos un de tres hectáreas en Quito».

Las ventas crecieron mucho desde 2004 hasta la crisis financiera, aunque nunca han dejado de exportar —«ao principio é difícil, pero daquela xa era máis fácil porque aprendéramos», recalca Manuel—. En 2008, al ver que la capacidad productiva de la nave estaba al límite y esto les obligaba a rechazar pedidos, decidieron invertir en una nueva construcción, en el polígono de Vidreiro, y en maquinaria (Manuel subraya la importancia del «equipo humano, que é impresionante»).

En la vieja nave fabrican las piezas de menor tamaño y los perfiles de aluminio, en un proceso totalmente automatizado, y en la nueva, el resto de elementos, además del almacén y las oficinas. A diferencia de sus competidores, en Fertri diseñan y fabrican buena parte de las piezas (entre 2.000 y 2.500, de las 3.500 referencias con que operan) e incluso alguna de las máquinas que utilizan. Los invernaderos también los adaptan a la demanda, condicionada por el tipo de cultivo y la meteorología de cada región o país. La domótica es clave en las estructuras inteligentes que diseñan y montan, y que sitúan a Fertri en la vanguardia de un sector «que aínda non está maduro», en opinión de Adrián.

Antes del covid, que afectó especialmente al transporte marítimo, facturaban unos diez millones de euros al año y la plantilla rondaba las 40 personas (hoy son 28, más de un tercio en la oficina técnica). Ahora sufren los efectos de la crisis de las materias primas —el precio del acero, crucial en la planta, se ha duplicado— y la guerra de Ucrania, con el alza del combustible. Esto ha hecho que la exportación, que llegó a suponer el 60 % de las ventas en 2017, haya ido perdiendo peso frente al mercado nacional.

En lo que va de siglo, han montado invernaderos (con su equipo o mediante subcontratas) en una treintena de países. En cabeza están Portugal, México, República Dominicana, Puerto Rico, Francia, Marruecos y Egipto, y hay otros como Irán, Estados Unidos, Namibia, Mozambique, Turquía o Albania.