Bolivia: el oasis monetario de Latinoamérica

Héctor Estepa

MERCADOS

El presidente de Bolivia, Luis Arce, declaró que no puede haber impunidad para el crimen
El presidente de Bolivia, Luis Arce, declaró que no puede haber impunidad para el crimen DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

El valor de la divisa local apenas ha cambiado en una década y los precios están estables gracias a una fuerte intervención estatal cuya sostenibilidad a medio plazo es una incógnita

18 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La guerra de Ucrania y las sucesivas crisis de suministros han golpeado profundamente a la mayoría de economías latinoamericanas, que sufren grandes índices inflacionarios y la devaluación de sus divisas nacionales. En medio de esa tormenta perfecta, agitada también por los efectos de la pandemia, se encuentra un oasis llamado Bolivia, donde el valor de la moneda local, el boliviano, no ha cambiado en una década, y la inflación apenas superará el 3 % este año. Esa estabilidad se da por un conjunto de factores, entre los que destaca una fuerte intervención estatal, con la incógnita de si será sostenible en el largo plazo.

La tasa de cambio en Bolivia está fijada desde el año 2011 en 6,96 bolivianos por cada dólar estadounidense. La medida fue introducida por el entonces ministro de Economía, el izquierdista Luis Arce, hoy presidente del país andino, y ha permanecido inalterable desde entonces. A la par, se fomentó, con cierto éxito, un programa de «bolivianización» de las finanzas nacionales. En 1997, menos del 5 % del ahorro financiero y de los créditos estaban denominados en bolivianos. Hoy en día, el 86 % de los ahorros y el 99 % de los créditos son en moneda local, dejando clara la confianza que los ciudadanos tienen en su divisa. Que la mayoría de los pasivos del sistema financiero estén en bolivianos provoca que una devaluación sea poco útil.

Otros países, como Venezuela, Cuba y Argentina, también han fijado el precio del dólar, pero en sus calles opera un mercado paralelo donde la moneda nacional se devalúa cada día. En Bolivia también existe, pero aún así el tipo de cambio se mantiene estable porque el Gobierno lo sostiene inyectando en el mercado dólares de sus reservas. El sistema se aguanta también en la gran cantidad de divisas obtenidas por las exportaciones de los sectores agroindustriales y de hidrocarburos —el país tuvo un superávit comercial de unos 1.500 millones de dólares en el 2021 y que ya superó los 1.300 millones de dólares entre enero y julio de 2022—, así como en las remesas enviadas por los más de dos millones de bolivianos en el extranjero, que suponen más de 1.400 millones de dólares anuales. Actividades ilegales como el narcotráfico y el contrabando también suponen una entrada de divisas. La entrada de bienes por pasos irregulares en la frontera contribuye a parar la inflación, baja también tras la fortísima devaluación de vecinos como Argentina y Chile, mercados a los que los bolivianos tienen acceso a precios reducidos debido a la fortaleza de su divisa. «La gente se ha acostumbrado a tener una moneda fuerte y un dólar débil, lo que ayuda a tener una inflación baja, pero provoca que el sector productivo pierda espacio en el mercado interno al no poder competir con los productos extranjeros que llegan a muy bajo precio», explica Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior. Los sucesivos Gobiernos han conseguido mantener el sistema estable, a costa de la pérdida de las reservas internacionales, especialmente tras el 2015, cuando se acabó el ciclo de altos precios de hidrocarburos y minerales.