Un español en la cocina del BCE

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Óscar Arce, director general de Economía de la institución, lleva la batuta de los análisis con los que se fundamenta la política monetaria en un contexto como el actual, marcado por la espiral inflacionista

24 jul 2022 . Actualizado a las 10:33 h.

Se podría decir que lleva, si no toda, casi toda su vida profesional bregando con las crisis. Las dos últimas: la financiera del 2008 y la provocada por la pandemia, en primera línea de fuego. La que provocó la caída de Lehman, directamente. Primero desde el gabinete económico de Zapatero y, luego, en la Comisión Nacional del Mercado de Valores. La que desencadenó la irrupción del covid, a los mandos del servicio de estudios del Banco de España.

Ahora le está tocando lidiar con el tsunami que amenaza con desatar la invasión rusa de Ucrania. Lo hace desde la Dirección General de Economía del BCE, a donde Óscar Arce (Burgos, 1973) llegó, por méritos propios —literal, porque es un cargo que se designa mediante concurso abierto—, a comienzos de año. Desde su puesto en el cuartel general de la autoridad monetaria en Fráncfort dirige los estudios y análisis con los que luego se cocina la política monetaria del guardián del euro. Así que algo ha tenido que ver el burgalés en esa primera subida de tipos en 11 años, la más abultada en 22, que acaba de aplicar el Banco Central Europeo ante el acoso de una inflación desbocada y el fuego desatado en Italia, la tercera gran economía de la eurozona, con la dimisión de Mario Draghi, expresidente precisamente —y de los más recordados— del BCE.

Discreto, comprometido y riguroso —así lo describen quienes lo conocen— es Arce, que estudió Económicas y Empresariales en su tierra, con un máster en el University College londinense y el doctorado en la London School of Economics, uno de esos expertos a los que, por lo mucho que tiene de didáctico, disfruta una escuchándolo. De esos, y de los que siempre dan titulares. Miel sobre hojuelas para los que andamos a este lado de la información. Y ya les adelanto que el que nos regaló hace un par de semanas sobre las consecuencias de los desmanes de Putin es para echarse a temblar. Y puede que hasta literalmente.

«Un escenario casi apocalíptico» es el que Arce aventura en el caso de que Rusia decida cortarle el grifo del gas a Europa a la vuelta del verano. El cuadro que pinta el equipo del burgalés llegado el caso es de lo más de desolador, con el barril de crudo pagándose a entre 170 y 180 dólares, el gas tres veces más caro que estos días y los alimentos por las nubes (bastante más que ahora).

Con ese telón de fondo ya no es que el PIB de la eurozona vería frenado su avance de manera drástica, sino que lo que le esperaría a la vuelta de la esquina sería una recesión, con una caída estimada del 1,7 % en el 2023. No es, de momento, el escenario más probable, según Arce. Pero no es inimaginable. Ni mucho menos.

No le duelen prendas en reconocer a su director general de Economía que la tarea que tiene por delante el BCE con su política monetaria es «entre difícil y muy difícil». Un otoño caliente el que se avecina, aunque suene, en este caso, a paradoja. No sería de extrañar que, presagiando lo que presagia, saque tiempo este verano Arce para descansar unos días y reponer fuerzas en su pueblo, Contreras, de apenas un centenar de habitantes, en la comarca de La Demanda, muy cerca de Santo Domingo de Silos y del cementerio ficticio de Sad Hill, el de la escena final de El bueno, el feo y el malo. A estas alturas, seguro que muchos ya tienen claro quién es el último.