El agujero económico que deja la estrategia de covid cero en China

María Puerto

MERCADOS

ALEX PLAVEVSKI | EFE

Las pruebas masivas de detección para mantener a raya la pandemia pueden costarle al gigante asiático una cantidad cercana al 1,5 % de su producto interior bruto

17 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La denominada como estrategia de «covid cero dinámico», que China defiende férreamente, no solo impacta en la productividad, la logística y las exportaciones, también tiene un coste directo en el gasto sanitario. Los test masivos que se realicen para detectar el coronavirus se pueden comerse más de un 1,5 % del producto interior bruto (PIB) anual.

El Gobierno chino basa su política de contención del coronavirus en las pruebas regulares de ácido nucleico sobre la población para detectar tempranamente las infecciones, el rastreo exhaustivo de contactos de infectados y el aislamiento en largas cuarentenas. Esto se traduce en continuos bloqueos de ciudades donde hay contagios e implica la paralización de la actividad económica y el aislamiento en cuarentena de sus habitantes.

Los argumentos para mantener los estrictos controles son que, ante el elevado número de habitantes, el sistema sanitario colapsaría y la cifra de muertos sería elevadísima. Pero precisamente en una población de 1.400 millones de personas hacer pruebas de forma sistemática tiene un coste enorme. Por ejemplo, en Pekín, una ciudad de 22 millones de habitantes, la población lleva meses realizando test diarios o cada 48. Las PCR son gratuitas y en teoría no son obligatorias, pero para coger el transporte público, entrar en un supermercado, en una empresa o en el edificio del propio domicilio es necesario escanear el código de salud que todo ciudadano lleva en su móvil. Y si la PCR con resultado negativo ha caducado, te prohíben la entrada. Las autoridades defienden que las pruebas con marca de tiempo permiten a la población sana moverse y contener de forma eficaz la propagación de los brotes. La empresa de valores con sede en Shanghái, Soochow Securities, calcula que mantener el ritmo de las pruebas de detección durante un año tendrá un coste superior a los 257.000 millones de dólares, lo que equivaldría, aproximadamente, al 1,5 % del PIB del gigante asiático con las cifras relativas al 2021. Otros analistas, como Nomura, elevan esa proporción hasta el 1,8% .

Por su parte, Bloomberg, ha calculado que el coste de evaluar a la mitad de la población china cada dos días durante un año ascendería a los 135.000 millones de dólares.

Al desembolso de las PCR hay que añadir el mantenimiento de los centros de cuarentena que China ha habilitado en todo el país. El sistema presiona sobre todo a los gobiernos locales que son los responsables de implementar el sistema de pruebas. El elevado gasto obliga a recortar inversiones y paraliza proyectos de infraestructuras, una de las principales apuestas para reactivar la economía.

La decisión del presidente chino, Xi Jinping, de mantener las estrictas medidas de covid cero, a pesar de que la variante ómicron es más transmisible pero menos letal, ha desacelerado la economía del gigante asiático. La continua interrupción de la actividad por diferentes zonas del país rompe la cadena logística y afecta a la producción al provocar desabastecimiento de materias. El largo confinamiento que vivió Shanghái es solo la punta del iceberg. Desde marzo, unos 373 millones de chinos han vivido bajo algún tipo de restricciones.

El resultado es que ante la incertidumbre el consumo interno se paraliza. La tasa de desempleo ha aumentado de media hasta el 5,9 %, pero en las grandes ciudades ha escalado hasta el 6,9 %, la cifra más alta registrada desde que existen estadísticas.

Las exportaciones chinas también se enfrentan a una caída de la demanda mundial, al aumento del coste del transporte y a la inflación. Ante esta perspectiva, la mayoría de los analistas vaticinan que la economía del gigante asiático crecerá en el 2022 entre un 3 % y un 4 %, lejos del 5,5 % de objetivo que habían fijado las autoridades en sus previsiones.