—¿Y es algo común a todo el mundo occidental o se ve en España en particular?
—La cultura española es de baja tolerancia frente a la incertidumbre, nos gusta tenerlo todo atado y, en este contexto, una de las primeras cosas que se debe hacer es aceptar que no se puede tener todo controlado. Hay que funcionar de otra manera. En España tenemos la tendencia a construir modelos generalizados y soluciones óptimas ante una complejidad del entorno.
—¿Hay sectores que se adaptan más a los cambios?
—Depende más de las cualidades de una organización, de la buena toma de decisiones o de los recursos. En general, las empresas grandes se adaptan mejor, pero luego está el sector tecnológico, que es uno de los que mejor afronta los cambios pero que está formado por muchas empresas pequeñas; se mueven en un segmento muy competitivo y esa competitividad las obliga a estar a la última, atraer y retener talento y adaptarse.