España tiene una capacidad de aprovisionamiento diario por gasoducto de unos 800 gigavatios hora (GWh) y unos 1.900 de GNL. Pero la capacidad de interconexión con Francia, vía de salida hacia el continente, es de poco más de 200 (un 10 %). «España no va a ser el hub de Europa [...] La inversión tiene difícil rentabilidad. Construir un gasoducto así lleva muchos años. Es mucho más práctico que cada país con acceso al mar construya plantas de regasificación», señala Yusta. Y recuerda una señal: cuando la UE pidió a Argelia aumentar el flujo de gas, no lo hizo a través de España sino de Italia, que tiene conexión directa con Centroeuropa.
«No existe riesgo de desinversiones en energías renovables»
C. Porteiro
Ni Bruselas ni las cancillerías europeas dudan de que la UE necesitan el gas y la energía nuclear para transitar hacia una economía libre de emisiones y, sobre todo, hacia una mayor autonomía energética. Ahora más que nunca. No es fácil reemplazar a un gigante energético como Rusia. Pero, ¿supondrá esa coexistencia un desincentivo para el sector de las renovables? El director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), José María González Moya, tiene claro que no hay nada que temer: «No existe riesgo de desinversiones [...] Las empresas españolas están comprometidas con la posición nacional sobre las renovables. Tenemos objetivos a 2030 muy ambiciosos. Estamos en la senda de cumplimiento, un poco por debajo, pero vamos bien», sostiene. Hay oportunidades para todas las tecnologías porque el objetivo es doble: cortar los lazos con Gazprom y reducir la huella de carbono. «Las renovables se ven reforzadas porque son buena parte de la solución para combatir la dependencia energética de Rusia y así lo ha reconocido la Comisión en su plan RepowerEU», añade. El plan así lo admite, pero no es menos cierto que no se habla de dinero fresco (nuevas partidas presupuestarias) para financiar estos nuevos objetivos.