Javier Díaz-Giménez: «Unos piensan cómo sobrevivir y otros cómo aprovecharse»

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El conflicto entre Rusia y Ucrania ha generado muchas incertidumbres, especialmente en el plano económico. El economista Javier Díaz-Giménez pone luz sobre las que son y serán las claves macroeconómicas del conflicto que ha afectado notablemente al sector energético y al alimentario, entre otros

18 mar 2022 . Actualizado a las 16:43 h.

El 24 de febrero del 2022 es una fecha que ya forma parte de la historia mundial. Rusia inició la invasión de Ucrania y marcó un punto de inflexión tanto en la política como en la economía de todo el planeta. Javier Díaz-Giménez, profesor de economía en el IESE, analiza esta situación con pies de plomo ante un panorama muy cambiante. «Lo que hemos hablado puede cambiar en cuestión de horas», comenta al finalizar la entrevista. Sin embargo, no pretende adivinar el futuro y elucubrar sobre cómo será el fin de la guerra, sino analizar las consecuencias económicas que ya se están observando y que podrán sufrirse a nivel mundial a medio y largo plazo.

—¿Cómo ve la situación actual derivada de la guerra de Ucrania?

—Lo veo francamente con mucha preocupación. Ha cambiado completamente el escenario macroeconómico y el de los negocios. Hasta el 24 de febrero estábamos en un 2022 que iba a ser un año de recuperación. Podría ser incluso el fin de la pandemia en Europa. Y de la noche a la mañana todo ha cambiado por completo. La inflación iba a reducirse y ahora todo ha saltado por los aires y estamos en un escenario de economía de guerra donde Putin se ha metido en un laberinto él mismo y de paso al resto del mundo.

—Dentro de la Unión Europea hay diferencias entre países. ¿A quién está afectando más?

—La situación es muy diferente en el norte y en el sur. La crisis del 2009 y la pandemia han agrupado a España e Italia. ¿Hay margen para subir los tipos? Siempre puedes, pero no está claro que eso vaya a aumentar mucho la recaudación porque tanto España como Italia están al borde de la curva de Laffer [representa la relación entre ingresos fiscales e impuestos]. La solución tampoco está en bajar los impuestos, porque para eso tendrías que bajar los gastos para que no se dispare el déficit. Hay un dilema muy grande.

—No es un problema exclusivo de la Unión Europea.

El principal importador de trigo del planeta es Egipto y el segundo Indonesia. Los países pobres gastan mucho más en comida que los ricos, que destinan más a ocio, entendiéndolo como productos que no son básicos para vivir. El encarecimiento de los alimentos afecta a los países más pobres, igual que a un mileurista le afecta más la subida de los carburantes que a un diezmileurista.

—¿Debería cambiar el modelo productivo de los países?

—Una vez que tú has expuesto las reglas del juego, las empresas ya se organizan. Son como champiñones, surgen donde tienen que surgir. Mientras hablamos hay mucha gente pensando cuáles son las oportunidades y otros que piensan cómo subsistir. Hay unos que piensan cómo sobrevivir y otros que están pensando cómo aprovecharse. Si tú estás trabajando en el sector armamentístico te vas a forrar, o si estás en las energías renovables. Y esto no lo tiene que gestionar el Gobierno, ellos solo tienen que facilitar la rotación y ayudar a las personas que lo necesiten.

«En un mundo donde las guerras son posibles las reservas estratégicas son importantes»

—¿Es viable reemplazar los suministradores a corto plazo?

—A medio o a largo plazo sí, pero a corto no. Por culpa de esta situación Europa se ha dado cuenta de dos cosas. La primera es la fragilidad de la paz y lo importante que es preservarla. La segunda es la vulnerabilidad que generan las dependencias energética y alimentaria. ¿Qué va a pasar ahora? Pues que se va a acelerar la transición energética hacia un mundo descarbonizado, que está muy bien. Pero a lo mejor hay que pensar que el transporte por carretera no es compatible con un mundo descarbonizado porque es muy ineficiente. Entonces habrá que buscar otra alternativa que no dependa de hidrocarburos porque estás vendido. En un mundo donde las guerras son posibles las reservas estratégicas se vuelven más importantes. Y eso es más caro, porque lo barato es importar trigo de Ucrania. Entonces lo que pasará es que la gente podrá gastar menos en productos no necesarios y aquí el Estado tiene que garantizar que todo el mundo tenga lo básico.

—Países como Alemania han cerrado sus centrales nucleares y reabierto las de carbón. ¿Qué consecuencias puede traer este giro?

—Lo que hemos descubierto es que la propuesta de Alemania es una mala idea. Necesitamos nucleares seguras, porque si no utilizas esta opción te vas a ciclo combinado. El carbón, que es la otra alternativa, es aún peor. Obviamente necesitas una energía de apoyo como podría ser el hidrógeno verde en el futuro, pero mientras tanto hay que apostar por las energías renovables y nuclear. Y al final la mejor energía de todas es la que no se gasta. Hay que apostar por la eficiencia energética.

—¿Volverá la normalidad?

—Esto es parecido a la pandemia. Yo creo que ya no volveremos nunca a la situación de antes. Aunque se acabe la guerra y se reconstruya Ucrania, el problema con Putin va a seguir ahí. Ahora Europa va a descarbonizarse antes, ya no pensando en el medio ambiente, sino porque no va a querer volver a depender de Rusia, así que eso se va a acelerar.

«Aunque se fuera Putin mañana el mal ya está hecho y es muy difícil volver a la situación anterior»

—¿Qué implicaciones puede tener un impago de Rusia?

—Toda la deuda será degradada todavía más y nadie va a querer prestar a Rusia a unos tipos de interés razonables. Con este impago va a salir del circuito del crédito internacional. Pero también hay que darse cuenta de que China puede rescatarlos, solo falta por saber cómo van a posicionarse con respecto a Rusia y a las sanciones. Yo, si tuviera que votar, a mí cualquier sanción me parece poco. En este juego de disuasión es fundamental que Rusia entienda que no estamos dispuestos a tolerar ni una sola vez más este tipo de agresiones. Pero hay que tener en cuenta que le tienes que explicar a todo el mundo que esto es caro. Tienes que explicar que todos somos más pobres desde el 24 de febrero: los transportistas, los trabajadores del mar... todos. Y en Ucrania hay vidas destruidas. ¿El gasoil va a costar más? Pues no hay manera de evitarlo. Entonces hay que ayudar a los más vulnerables, no a sectores en general. Por ejemplo, los transportistas los hay ricos y pobres, y tienes que ayudar a estos últimos.

—¿Cómo puede evolucionar?

—Todo depende de cómo termine. El conflicto puede escalar o resolverse, pero el mundo ya ha cambiado. Esto ha supuesto un antes y un después desgraciadamente. Con las sanciones, aunque se fuera Putin mañana, el mal ya esta hecho y va a ser muy difícil volver a la situación anterior. Esto va a ser costoso para todos. Primero de todo para los ucranianos, que les han destruido sus vidas y su país, pero también para todos los demás. Ahora mismo nosotros somos unos privilegiados porque la sangre no está corriendo por nuestras calles, pero hay que ser conscientes de que hoy toda la humanidad es más pobre que el 24 de febrero del 2022.