La captación de talento, uno de los retos de la innovación gallega

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JUAN SALGADO

Invertir en I+D+i para evitar que el talento gallego cruce la frontera. Es una de las recetas que se desprenden del último informe del Fondo Económico de Galicia que analiza las carencias de la comunidad de cara a una transformación digital para la que no estamos bien colocados

14 sep 2022 . Actualizado a las 06:27 h.

Ha pasado más de medio siglo desde que en 1969, en plena Guerra Fría, cuatro ordenadores distribuidos en varias universidades de Estados Unidos se conectaran entre sí. Dos años después fueron cuarenta y hoy en día son millones. La transformación digital lleva sucediendo desde entonces. Un proceso imparable, que se ha ido intensificando. Sobre todo a golpe de pandemia. Desde marzo del 2020, los avances se han multiplicado y según los expertos, habrían tardado diez años en producirse si el virus no hubiera llegado. Parece difícil que quede mucha gente que no sepa conectarse a una reunión de trabajo en remoto, o que no haya pedido nunca la cena a través de una aplicación móvil. Son solo algunos ejemplos. El covid ha sido una especie de proyecto piloto del camino que tomarán las cosas.

Galicia 2040

Quedan todavía veinte años para el 2040, pero el Foro Económico de Galicia ya se pregunta cómo estamos en esta esquina de la península para encarar la transformación digital que se nos viene encima. La conclusión general del informe Galicia 2040 es que la comunidad tiene serias carencias en el asunto. Pero también algunas oportunidades.

Entre las asignaturas pendientes hay de todo. Primero, aumentar la inversión para que la innovación siga sucediendo. Segundo, mejorar la visión que las empresas tienen de la digitalización y que suban así su apuesta por la causa. Pero entre todos los grandes retos, hay uno mayor: capacitar a los profesionales que demandará la economía digital en el 2040. Ante la búsqueda de nuevos perfiles y la previsible desaparición de muchos trabajos, la recomendación de los autores del informe es clara: «Hay que reconvertir a los trabajadores actuales para garantizarles empleo futuro y además, empezar a captar talento».

A la cola

El escenario económico es nuevo y las empresas valoran, además de los títulos académicos, la capacidad de seguir aprendiendo. Los conocimientos adquiridos en su día, pueden quedar rápidamente obsoletos cuando la transformación del mundo va a marchas rápidas. Según señala el citado informe, la Unión Europea va por detrás de otros países de la OCDE en la capacidad de captación de talento foráneo del ámbito digital. España está lejos de los países más avanzados y Galicia se sitúa en una posición intermedia en relación al resto de comunidades. En concreto, está por debajo de la media en cuatro de los seis pilares analizados en el índice Cotec-Ivie. La misma estadística mide las habilidades digitales de la población de cada territorio y los gallegos están a la cola junto con Castilla-La Mancha y Canarias.

Ingenieros

En lo que respecta a déficits en carreras científicas o técnicas, Galicia es el sexto territorio autonómico por porcentaje de graduados universitarios en este ámbito. Pero también la segunda con mayor número de titulados universitarios trabajando en el extranjero. Una particularidad que las empresas gallegas conocen bien: el 73 % de ellas admite dificultades para contratar personal con formación reglada en el ámbito tecnológico y digital. Precisamente en los problemas de captación de talento profundizó el mismo organismo en otro informe elaborado hace dos años. Las conclusiones seguían la misma línea: el 40 % de los ingenieros de telecomunicación graduados en la Universidad de Vigo trabajan fuera de Galicia.

¿Cuáles son las claves para revertir este diagnóstico? Mejorar las condiciones. Para los expertos, convertir a las empresas en más competitivas, pasará por tener la capacidad de pagar el talento que les dé ventaja. No solo eso, el teletrabajo ha cambiado la partida. Ahora no solo es necesario aprovecharlo para dar a los trabajadores más flexibilidad como medida estrella, sino que hay que vigilar lo que el informe llama «talento virtualmente emigrado». Profesionales que trabajan físicamente en Galicia pero prestan sus servicios a empresas no gallegas. Llevándose consigo la riqueza que generan.

China y EE.UU.

Que los buenos se queden en Galicia, no dependerá solo de un buen salario. El comienzo es otro: acelerar en la carrera por la innovación. Un entorno con compañías e instituciones comprometidas con la causa es la mejor oferta que la comunidad puede hacerle al talento. ¿De dónde partimos? Lo explicó en una frase Fernando Pérez González, ingeniero de telecomunicaciones, cuando presentó el citado informe del que además es autor: «No estamos bien colocados».

Es cierto, Galicia ocupa el puesto 193 entre 240 regiones europeas analizadas en la materia. Sin embargo, el porcentaje de población con competencias digitales superiores a las básicas ha crecido treinta puntos en dos años. Es una buena noticia, que contrasta con los malos datos de inversión.

Lo cierto es que ninguna comunidad española está bien posicionada al respecto y Europa tampoco lleva la delantera. A nivel mundial apenas hay empresas de la Unión Europea entre las más importantes del sector tecnológico. Casi el 80 % de las patentes registradas en el mundo sobre Inteligencia Artificial se concentran en China, Japón y Estados Unidos. «La excesiva fragmentación del mercado europeo está perjudicando la competitividad. Empresas de países emergentes como la India o Brasil, pueden llegar más rápidamente a tener una gran base de clientes», aseguran los expertos del Foro Económico.

En la carrera también influye la mayor o menor preocupación por los datos de los ciudadanos. Las compañías de EE.UU. o China, con legislaciones flexibles, pueden recoger más fácilmente la información de sus ciudadanos para mejorar sus modelos. En la Unión Europea, por el contrario, estamos más concienciados. 

Jaime Vázquez: «En España fue imposible encontrar un máster de lo que yo buscaba»

Por la Escuela de Economía de Londres han pasado 18 premios Nobel y 52 jefes de Estado. Cada año, miles de alumnos compiten por entrar en ella. Jaime Vázquez lo consiguió hace unos meses. El proceso fue largo: decenas de cartas de recomendación, entrevistas y sobre todo, acreditar un buen currículo. Esto último fue lo que menos le costó.

Jaime aún no ha cumplido los 25, pero habla con soltura siete idiomas. Entre ellos el árabe, en el que se desenvuelve bastante bien. Se graduó con honores en un instituto coruñés, y luego hizo lo propio en su doble grado en Derecho y Administración de Empresas, que cursó también en A Coruña. Hizo un par de Erasmus, pasó por Budapest y Florencia, y cuando terminó la carrera tuvo claro que volvía a marcharse. La razón principal: «En España era muy difícil encontrar un máster de lo que yo buscaba». Ahora lo ha encontrado en la universidad londinense, una de las mejores del mundo en derecho internacional privado.

Criptomonedas

Su formación se centra, entre otras cosas, en los aspectos jurisdiccionales de las nuevas tecnologías. Criptomonedas, blockchain, o servicios de almacenamiento en la nube. Cada día, Jaime aprende sobre cosas de las que en la carrera «ni si quiera había oído hablar», pero que tienen efecto directo en casi todas las empresas. Él mismo lo explica: «Dentro de los 27 países de la Unión Europea, más del 90 % de la población accede a internet y un 75 % compra a través de servicios online». El Reino Unido es un país pionero en ofertar educación en este tipo de ámbitos.

Becado

Pasar por la London School of Economics, su nombre oficial en inglés, no es precisamente gratis. Para costear la matrícula, Jaime solicitó multitud de becas. Cuando tenía casi asumido que no habría suerte, recibió un enorme sí de la Fundación La Caixa. Convertirse en becario de la entidad equivale a estudiar en grandes universidades a coste cero. Ellos pagan la matrícula y los gastos de vivir en el extranjero.

Sobre el futuro, no hay nada claro. Tampoco para Jaime. «El año que viene empezaré a trabajar, es el primer paso», explica. El mundo académico no le disgusta del todo y el doctorado lo tiene sobre la mesa.

Cuando aún estaba en la facultad, ya pasó como becario por uno de los despachos con mayor renombre del país. La vida de bufete es una opción, aunque si le preguntan por dónde se ve en unos años, la ambición le puede: «Ojalá asesorando a países en reglamentos internacionales». Para eso estudia. A España, por ahora, no quiere volver, pero nunca se sabe: «Estaré donde el trabajo me dicte, da igual donde», confiesa.

 

Sara Saludes: «Si por mí fuera, me quedaría en esta empresa para siempre»

Mannheim es una ciudad del suroeste de Alemania, ubicada entre los ríos Rin y Neckar. Apenas 300.000 personas habitan en esta urbe, que además es una importante sede para la industria del país. Sara Saludes se instaló allí hace unos meses. Lo hizo por trabajo. Esta coruñesa es ingeniera industrial, pero su verdadera pasión es crear aplicaciones móviles. Ella lo explica mejor: «Lo que hago es diseñar soluciones digitales y analizar cómo las personas las utilizan». También sabe de diseño gráfico, porque todo lo que el usuario ve en la pantalla ha salido primero de su cabeza.

Nada de todo esto pudo haberlo soñado de pequeña, porque apenas había personas dedicándose a ello. La OCDE estima que el 65 % de los niños que actualmente asisten a la escuela infantil terminarán realizando un trabajo que todavía no existe.

Exigencias

Sara, que cumplirá los 26 este año, pasó su vida universitaria en Ferrol, porque allí está ubicada la Escuela de Diseño Industrial y Desarrollo de Producto. Cuando terminó la carrera, empezó a formarse por su cuenta. No tardó en descubrir que el ámbito digital era lo suyo. Entonces buscó trabajo. Y no hubo suerte: «Me encontré con que pedían 5 años de experiencia en cualquier empresa y el máster era un requisito casi indispensable. Yo había aprendido muchísimas cosas yo sola, o por otras vías».

Sin alternativas laborales, abrió la mira. Buscó empleo fuera de Galicia, y de España. Lo mismo hizo su pareja, que además lo encontró antes que ella. Él también es ingeniero, pero especializado en la impresión 3D. Mannheim fue el destino de ambos. Sara llegó sin trabajo, pero empezó a mandar currículos y a las tres semanas la llamaron para contratarla. Primero fueron tres meses de prácticas. «Lo lógico, porque apenas tenían referencias de mí», asegura ella.

Mejor valorada

Cuando pasaron los 90 días, la compañía, que opera a nivel mundial, podría haber extendido su contrato de formación y ahorrarse así dinero. Pero hicieron lo contrario: «Firmé un contrato indefinido», cuenta Sara, como sin creérselo. Las condiciones son envidiables: «Puedo hacer teletrabajo si lo necesito y tengo total flexibilidad horaria». Además, a personas como ella las buscan constantemente por esa esquina de Alemania: «Creo que mi profesión está aquí mejor valorada, querían gente con mi perfil y no la encontraban. Y la siguen buscando», explica. Mínimo se quedará allí otros cinco años. De volver a casa no quiere saber nada, aunque la familia y los amigos podrían llegar a ser una razón de peso en algún momento. Hoy en día lo tiene claro: «Si pudiera me quedaría en esta empresa para siempre».