Una persona, dos jubilaciones

IVONNE POUSA

MERCADOS

W. Eckert

El crecimiento de la esperanza de vida hace que cada vez se vivan más años con calidad

31 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La jubilación no es un período único y sostenido en el tiempo. Muchas veces podemos distinguir dos etapas muy distintas y con necesidades totalmente diferenciadas: la primera, en la que priman las opciones de ocio, los viajes, el entretenimiento y, en general, disfrutar del tiempo libre para hacer todo aquello que antes había que intentar compatibilizar con la vida laboral. Y una segunda etapa, cuando vamos alcanzando más edad, y que podría venir marcada por precisar la ayuda de terceros.

El caso es que el tiempo que engloba el período de la jubilación se está alargando, gracias al incremento de la esperanza de vida, lo que nos hace cada vez tener más años de calidad, incluso a edad ya avanzada, para poder disfrutar y compartir momentos con la familia y los amigos. Esta doble concepción de la jubilación es un asunto en el que insisto mucho a mis clientes, que llegan a mirarme extrañados ante preguntas muy necesarias como: cuando necesites ayuda, ¿has pensado si querrás vivir en tu propia casa con una persona que te ayude? ¿Irás a una residencia? ¿Vivirás con la familia?

Pensar en la jubilación a los 30

Efectivamente son algunas de las preguntas que hay que hacerse lo antes posible para tratar de planificar financieramente la opción elegida, pero no deja de resultar chocante cuando a una persona de 30, 40 o 50 años se le ayuda a visualizar una situación en la que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, nunca había pensado hasta el momento. Por ese motivo, es vital tener en cuenta esta doble visión de la jubilación. En un primer momento, en ese período de disfrute del ocio y con buena salud, el dominio sobre los gastos es total. Es decir, si una persona quiere realizar un viaje, puede hacerlo, aunque también podría renunciar a él si necesita controlar esos gastos o, sencillamente, tiene otras prioridades. Al final, las decisiones sobre el dinero son fruto de una opción personal.

Sin embargo, en el segundo período, si fuera necesaria la ayuda externa para poder seguir manteniendo una cierta calidad de vida, los gastos podrían no depender ya de nuestra propia voluntad, sino de la situación de salud sobrevenida a la que tuviéramos que hacer frente. El viaje podemos cancelarlo a última hora, pero la contratación de una persona o el ingreso en una residencia son tipos de situaciones sobrevenidas a las que, sí o sí, tendríamos que hacer frente.

Anticipar las necesidades

Por todo ello es importante reflexionar desde relativamente jóvenes sobre cómo queremos vivir nuestra jubilación, en especial si llega el momento de tener la necesidad de que nos cuiden. En estos casos, las opciones son varias y, lógicamente, cada una de ellas supone una cuantía distinta. Sin duda, la opción menos exigente desde el punto de vista financiero sería la de recurrir al cuidado de familiares, algo que cada vez es menos habitual. Por mi experiencia, mis clientes suelen comentarme que su opción preferida es la de vivir en su propia casa con alguien que les ayude; en segundo lugar, se situaría la opción de ir a una residencia y, por último, suelen decantarse por vivir con sus hijos. Por eso, cuando una persona ha hecho una planificación financiera con una partida destinada para ese momento y tenía entre sus prioridades el estar en su casa, ves a un jubilado feliz disfrutando de su hogar y de su familia.

La posibilidad de trasladarse a vivir en una residencia (incluso las situadas en los centros de las ciudades para poder seguir una vida activa) o en una urbanización de pisos tutelados son otras alternativas que suponen unos costes diferentes. Pero, igualmente, todas son opciones que requieren de una planificación previa que nos permita disponer del dinero suficiente para afrontar este tipo de elecciones.

Por lo tanto, y como vemos, el retiro pasa por diferentes estadios, sobre todo en función de nuestra autonomía y de cómo y dónde elijamos vivir. De ahí la necesidad de tener planificado desde muy temprano el ahorro adecuado, con las soluciones financieras idóneas, para conseguir el capital suficiente que nos permita contar con toda la ayuda que necesitemos para llevar una vida de calidad. Es importante recordar que los gastos corrientes se mantienen

Estos gastos deberán sumarse a los habituales que tiene cualquier persona a lo largo de su jubilación. Basta con echar un vistazo a la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Ahí comprobamos los 30 productos o servicios de consumo a los que los jubilados españoles dedican el mayor presupuesto. Encontramos, por ejemplo, desde las facturas de suministros (electricidad, alquiler, agua), pasando por la comunidad y los impuestos, los productos de cuidado personal (peluquerías, ropa, productos de aseo), hasta los gastos de comida o los productos relacionados con la salud (gafas, servicios dentales, productos terapéuticos, medicamentos). También hay que añadir necesidades puntuales de ayuda a los hijos o incluso a los nietos y, por supuesto, el ocio.

De hecho, no hay ningún tipo de duda de que la jubilación también preocupa a las nuevas generaciones. Por poner un ejemplo, según una encuesta de asesoramiento en la era digital realizada por MFS Investment Management, los millenials muestran su interés por aumentar sus conocimientos financieros y uno de los temas estrella es contar con el suficiente patrimonio una vez que se retiren.

 Por todo ello, es recomendable disponer cuanto antes de una planificación financiera personalizada adaptada a las metas que cada uno visualice para la jubilación. Un plan de viaje que, llegado el momento, nos permita disfrutar en mayúsculas de esta etapa de la vida cada vez más larga y que todos queremos vivir en las mejores condiciones.

Ivonne Pousa es responsable de Banco Mediolanum en la Zona Norte de España.