Las enormes grietas de Mercosur

Héctor Estepa

MERCADOS

Raúl Martínez

La alianza comercial vive un clima de tensión por la voluntad de algunos países de reducir restricciones en la unión aduanera, lo que choca con el férreo proteccionismo argentino

10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pulso ideológico en Mercosur. Los gobiernos de Brasil y Uruguay quieren reducir restricciones al comercio en la unión aduanera sudamericana, mientras Argentina continúa apostando por mantener su histórico proteccionismo, con el objetivo de apoyar a la golpeada industria nacional, generando fuertes tensiones en el bloque. El desencuentro se inició durante la cumbre de países del pasado marzo. El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, hizo estallar la caja de los truenos en una cita que iba a servir para celebrar los 30 años de la fundación de la alianza. «No puede ser que el Mercosur sea un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corsé del que nuestro país no pueda moverse», dijo el líder de centroderecha.

La respuesta argentina no tardó en producirse. Fue dura, y muy directa. «Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento, no queríamos ser una carga para nadie. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco, y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho», replicó el presidente izquierdista argentino, Alberto Fernández.

Desde entonces, la tensión ha ido en aumento. Brasil reclamó con fuerza a finales de agosto la bajada del arancel máximo de la unión, que ahora es del 35 % - aunque de promedio se aplica el 12 %- una cifra considerada alta en el contexto internacional occidental.

El gigante sudamericano quiere reducir el tope en diez puntos, mientras Buenos Aires apuesta por hacer recortes solo en productos seleccionados, para no afectar a la competitividad de sus empresas. «Un día, Argentina nos dijo eso: el Mercosur es como es, el que quiera que se retire. Nosotros devolveremos eso a Argentina. El Mercosur se va a modernizar y quien esté incómodo, que se retire», dijo a finales de septiembre el ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, cuya intención es «modernizar» el bloque. Con estas palabras, devolvía la pelota de forma brusca al tejado de la Casa Rosada.

Paraguay, el cuarto socio de la unión aduanera -Venezuela fue suspendida indefinidamente en 2017- ha mantenido una posición equidistante, aunque se ha mostrado favorable a flexibilizar las regulaciones del acuerdo comercial. Otro foco de considerable ruptura son las medidas unilaterales que han tomado Uruguay y Brasil en las últimas semanas, cuando Mercosur es una alianza alineada en torno la regla de aprobación conjunta de cada una de las normas y acuerdos externos. Montevideo anunció a finales de septiembre que estaba negociando unilateralmente un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. El gigante asiático había rechazado, hasta ahora, sentarse a la mesa con uno de los socios de Mercosur, si los otros tres no daban su visto bueno. Un criterio que ha cambiado ahora y que hace trizas la unidad del bloque. Esto ha generado desconfianza desde Buenos Aires hacia Montevideo, pero también con Pekín, uno de los mayores socios estratégicos del Gobierno argentino.

«Uruguay puede hacer un acuerdo con China fuera del Mercosur, o seguir en la alianza», dijo el ministro de Desarrollo argentino, Matías Kulfas, en lo que pareció una amenaza. Existe la preocupación en Buenos Aires de que el país vecino se convierta en un punto de llegada de productos chinos, afectando no solo a los puertos argentinos, sino también a su industria. También Brasil ha tomado medidas unilaterales. El presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, decidió en septiembre no renovar los acuerdos de transporte marítimo con Uruguay y Argentina. Ese pacto, que tenía más de tres décadas, priorizaba a los barcos argentinos, uruguayos y brasileños para transportar cargas entre los países de la unión. Así, la flota mercante de Mercosur tendrá que competir con barcos con bandera de conveniencia provenientes de países con escasa regulación. Es un duro golpe, especialmente, para las navieras argentinas. Esta semana se han producido reuniones clave entre representantes de los tres países y podrían limarse parte de las asperezas, ante la posibilidad de una tímida apertura argentina.