Recuperaciones económicas desiguales

MERCADOS

Jornada abierta a la vacunación sin cita el sábado en Vigo
Jornada abierta a la vacunación sin cita el sábado en Vigo Oscar Vázquez

El nuevo escenario postpandemia traza un paisaje poco alentador, en el que se están formando clubes de convergencia entre comunidades con trayectorias muy distintas: el mapa estatal se polariza, con áreas de mayor crecimiento y otras, como el caso gallego, con muchas más dificultades para afrontar y consolidar un relanzamiento socioeconómico. En la comparativa con el resto, la comunidad sale mal parada en evolución de ocupados, crecimiento del PIB y distribución de la riqueza entre las capas sociales

03 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La recuperación económica no está siendo nada homogénea, al contrario, es muy asimétrica. Y cada vez que un organismo oficial emite un comunicado, se verifica tal extremo. Si nos concentramos en el análisis del caso español, la realidad es todavía más preocupante; no solo por la evidente desigual recuperación territorial; sino porque se están formando clubes de convergencia entre las comunidades con trayectorias muy distintas. Es decir, el mapa estatal se polariza; se consolidan áreas de mayor crecimiento junto a otras zonas con mayores dificultades para afrontar un relanzamiento socioeconómico. Veámoslo en cuatro aspectos.

En relación al mercado laboral, hay siete autonomías que tienen, en la actualidad, más empleos que antes del estallido de la pandemia. Dicho grupo lo componen Madrid, Murcia, Castilla- Mancha, Andalucía, Extremadura, Asturias y La Rioja. Las otras diez pierden en torno a 242.200 puestos de trabajo, y están encabezadas por Canarias, Valencia, País Vasco, Castilla-León y Galicia. Las razones de dichas diferencias hay que buscarlas en los niveles de especialización económica, en los impactos que tuvo el confinamiento tanto en la producción como en el consumo, y en los factores de resiliencia. De esta forma, el crecimiento de Madrid (+31.000) y Murcia (+26.500), por ejemplo, proceden, en el primer caso, de la laxitud en las restricciones sanitarias que dieron pie a que ciertas actividades pudieran seguir operando, con limitaciones inferiores al resto de las comunidades; en el segundo supuesto, se explica por el pujante sector primario, la actividad que sorteó mejor la pandemia. Pero la mayoría de las comunidades se han visto afectadas por el covid y registran notables pérdidas de empleo. Son los casos de Canarias (-71.400), Valencia (-37.400), País Vasco (-31.100), Castilla-León (-24.500) y Galicia (-22.100).

En lo concerniente a los impactos sectoriales, las actividades que han superado más rápidamente la crisis y contabilizan fuertes demandas de empleos, se corresponden, por un lado, con los servicios públicos ligados a las necesidades básicas sanitarias (+156.200), educativas (+63.300) y administraciones públicas (+40.800); y, por otra parte, con actividades como la construcción de edificios (+43.400) y almacenamiento (+35.700). Corresponden a los ajustes lógicos derivados de los shocks de oferta y de demanda atendiendo a los requerimientos sociales y respondiendo a nuevas dinámicas derivadas de los equipamientos y cadenas de globales de suministro.

Sobresalen, asimismo, algunas ramas del sector industrial, tales como las actividades anexas a los transportes, fabricación de productos metálicos, de maquinaria y equipos. Sin embargo, hay grandes diferencias en otras actividades, las derivadas de la necesidad de dar salida a la carga de trabajos pendientes por los cuellos de botella (automotriz) y las que emanan de las necesidades de la crisis sanitaria (farmacéutica).

Del mismo modo, el crecimiento económico registra elevadas diferencias entre las autonomías. Algunas de ellas se hunden más que otras. Tanto en términos intertrimestrales como interanuales. Las razones de dichos comportamientos se basan en los distintos niveles de localización y especialización de sus aparatos productivos y de sus diferentes grados de diversificación y capacidad de resiliencia.

Tomado los datos de la AIReF y comparando las tasas interanuales (segundo trimestre del año 2020 y segundo trimestre del 2021), tendríamos que siete comunidades (Baleares, Cataluña, Valencia, Canarias, La Rioja y Andalucía) crecen más que la media nacional. Las restantes se sitúan por debajo, formando dos grupos: el menos bajo (Asturias, Madrid, Navarra, País Vasco, Castilla- La Mancha y Cantabria); y un segundo grupo que es el que menos crece (Castilla-León, Murcia, Galicia y Extremadura).

Finalmente, las diferencias mayores se producen en las tasas de actividad y paro juvenil. Atendiendo a los datos de la Encuesta de Población Activa, en el segundo trimestre de este año, en Galicia los jóvenes comprendidos entre 16 y 30 años suman 454.700, equivalentes al 19,4 %, cifra que desciende año a año.

Solo el 56,1% del total están en activo (255.000), la menor tasa de toda España, más de siete puntos por debajo de la media nacional. Mientras que la tasa de paro juvenil se sitúa en el 22 %, porcentaje que aumenta a medida que disminuye la edad de la población (el 41 %, entre los 16-19 años).

Las diferencias en torno a las estimaciones y previsiones económicas también se ven reflejadas en los trabajos de los organismos competentes. Para la AIReF, el comportamiento económico de las comunidades se basó en la extensión de la vacuna que permitió relajar las medidas sanitarias y reactivar la actividad económica, la relevancia del turismo en el tejido productivo y la diversificación del sector servicios.

De esta forma, subraya elevadas diferencias en las estimaciones de crecimiento. A la fuerte contracción experimentada en el segundo trimestre de 2020, hay que mencionar que tanto en términos intertrimestrales como interanuales, casi todas las regiones notaron el despertar de la reactivación; aunque algunas (Murcia, Galicia y Extremadura) hayan crecido menos en este segundo trimestre.

En el estudio del BBVA, por el contrario, las bases del crecimiento se fundamentan en el control de la pandemia, en la prolongación de flujo de ahorro de las familias hacia el consumo y en torno a la inyección de los fondos europeos. Prevé fuertes crecimientos tanto para este año como para el próximo. Sus propias previsiones reflejan hipótesis claramente diferenciadoras. Por ejemplo, para el caso gallego, se calcula que para este año se situará entre las más dinámicas (crecimiento del 6,8 %, superior a la media española, del 6,5 %) y, sin embargo, para el año que viene, la resitúa entre las comunidades rezagadas (6,2 % frente a un 7,0 % para España), formando parte del club de territorios que menos avanzan, tan solo superior a Cantabria y a las dos Castillas.

Para concluir este rápido análisis, analizamos los efectos sobre las desigualdades de renta, medidas a través del coeficiente de Gini. En Galicia se registra una tendencia al incremento de la desigualdad (29,4 % en el 2007, y 30,8 % en el 2017); pero su índice es más bajo que el promedio español (32,4 % y 34,1%, respectivamente). Y si se analiza la ratio que supone el 20 % más rico de la población sobre el 20 % más pobre, constatamos que en Galicia aumenta más rápido que en España. Ampliando un poco más esta nota, tendríamos que el cociente entre el Q5 (clases ricas) y Q1 (capas menos favorecidas) aumenta mucho; la distribución entre Q3 (clases medias) y Q1 (capas menos favorecidas) se incrementa notablemente; y la proporción entre Q5 (clases ricas) y Q3 (clases medias) se reduce. En suma, los menos favorecidos registran pérdidas del 20 % en sus ingresos en tanto que los pudientes aumentan un 10,5 %.

En suma, la crisis y la recuperación dejarán «colgadas» a unas regiones respecto de otras. Destaca, en los casos menos exitosos, la apuesta por un modelo productivo centrado en algunos servicios, con escasa tecnología y bajos niveles competitivos, caracterizado por bajas tasas de actividad y reducidos salarios. O sea, quizás estemos viendo el desarrollo del subdesarrollo o el incumplimiento de las tesis de Kuznets y su famosa U invertida; aquella hipótesis bajo la cual los países serían, en principio, igualitarios; sin embargo, a medida que se desarrollan, el ingreso se concentra territorialmente y su distribución empeora. Pero más tarde, con el desarrollo posterior, se vuelve a una situación de mayor equilibrio y las desigualdades se desnivelan. Y, todo ello, en plena efervescencia de la concurrencia y en continuo debate en torno a la armonización y diferenciación, no solo fiscal, sino en términos de competitividad.

Fernando González Laxe. Catedrático de Economía Aplicada. Universidade da Coruña