La larga crisis de la pesca italiana

Valentina Saini

MERCADOS

Massimo Bellavista

Las cooperativas del sector perdieron un 40 % de sus ingresos por el covid, y ahora se suma el recorte de días de faena impuesto por la UE, que afecta a las flotas de Venecia y Sicilia

04 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo de los siglos se han librado muchas batallas en el Mediterráneo: entre romanos y cartagineses, venecianos y genoveses, españoles y otomanos, franceses e ingleses... También hoy se está librando una batalla, aunque sin violencia: entre los pescadores italianos y la Comisión Europea, que recientemente ha regulado aún más la pesca de arrastre en todo el mar, tras las medidas adoptadas el año pasado para la zona occidental.

Bruselas ha previsto una reducción progresiva del 40 % de los días de pesca para los buques de arrastre de aquí a 2024. La decisión ha enfurecido a los pescadores desde Chioggia (Venecia) hasta Mazara del Vallo (Sicilia), y en junio hubo protestas y manifestaciones. «Europa se está volviendo loca, nos trata como a criminales», se quejan dos ancianos pescadores de la laguna de Venecia.

Los ánimos también se han caldeado por la grave crisis económica del coronavirus. Las cooperativas italianas del sector afirman que el año pasado perdieron un 40 % de la facturación respecto a 2019 a causa de la pandemia del covid-19. En muchos puertos, la tensión se corta con un cuchillo.

«La pesca se encuentra en un estado de crisis duradera, pero hoy nos enfrentamos a una crisis de otra índole debido al endurecimiento de algunas normativas, especialmente de la Unión Europea», afirma Giampaolo Buonfiglio, presidente de la Alianza de Cooperativas Pesqueras. «Una empresa que tiene gastos, impuestos y seguridad social durante 365 días al año no puede permitirse estar por debajo de 120 o 100 de faena».

Francesca Biondo, directora de Federpesca (la federación nacional de empresas pesqueras), explica que «en la última década se han perdido 7.000 puestos de trabajo, las capturas han bajado un 48 % y la rentabilidad de las empresas un 31 %, mientras que los costes de producción han aumentado un 240 %, y el pescado italiano satisface solo el 14 % de la demanda interna». Los italianos compran mucho pescado de países extracomunitarios, de Extremo Oriente y de América, pero también de otros mediterráneos.

«Mientras que en los últimos años los pescadores italianos han visto reducirse en gran medida el número de días que pueden pescar a lo largo del año, las flotas de otras naciones mediterráneas (como los países del norte de África y Turquía) pescan 365 días al año en las mismas zonas en las que está prohibido para las flotas de la UE, anulando los efectos de las vedas biológicas», observa Biondo.

Buonfiglio coincide: «Aquí falla algo. La política de conservación en Bruselas comenzó en 1983. La flota italiana se ha reducido considerablemente. Pero las poblaciones de peces del Mediterráneo siguen en malas condiciones. El problema es que el control de las costas del sur y del este del Mediterráneo es aleatorio. Estas cosas no se pueden decir por razones diplomáticas, pero es así».

Un miembro de una asociación de pescadores en una zona de Sicilia, donde se hace sobre todo pesca de arrastre, lamenta que «la UE legisla con el Atlántico como punto de referencia, pero la cuestión en el Mediterráneo es completamente diferente; por desgracia, los políticos italianos en Bruselas y Estrasburgo nunca han sabido defender nuestros intereses porque no saben nada del sector pesquero».