Nueva York busca camareros

Esperanza Balaguer

MERCADOS

CAITLIN OCHS

Los bares y restaurantes de la ciudad viven una crisis de empleo sin precedentes tras la pandemia, lo que complica la puesta en marcha de la enorme maquinaria de los servicios

27 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno pasea estos días por las calles de Nueva York se topa a cada paso con entusiastas carteles de ¡We are hiring!! (¡Estamos contratando!). Se buscan camareros, cocineros, lavaplatos y limpiadores para volver a poner en marcha la enorme maquinaria del sector servicios de la capital del ocio mundial. Con el 70 % de los adultos vacunados, la reapertura oficial se celebró la pasada semana con fuegos artificiales incluidos. Pero no todo retorna a la normalidad. El antiguo ejército de trabajadores, que compaginaba estudios, carreras artísticas y desvelos, con empleos por hora en bares y restaurantes, no están dispuestos a volver a lo de antes. Los encargados de la hostelería se enfrentan a una situación sin precedentes en la historia de la Gran Manzana, una crisis de empleo jamás vivida. «La gente no quiere trabajar, me piden cobrar en negro, me regatean, tengo la cocina con la mitad de la plantilla», se queja resignado Sasha Noe, propietario del Fanelli's Café, uno de los restaurantes más antiguos de Manhattan, situado en el barrio de Soho. Después de un año a medio gas, la hostelería creó en mayo un total de 292.000 empleos en todo Estados Unidos, la mayor cifra de cualquier sector. Sin embargo, el 48 % de los propietarios de restaurantes, bares y hoteles aseguran que no son capaces de cubrir los puestos vacantes, según una encuesta de la Federación Nacional de Empresas. A esto se suma otro problema: el 5,6 % de los trabajadores de la industria abandonaron sus puestos en abril, frente al 5,4 % del mes anterior, lo que supone entrar en un territorio desconocido. «La gente prefiere dedicarse a sus cosas con las ayudas del Gobierno. Y yo me pregunto, ¿tan miserable era su vida?», bromea Shenna Liu, una camarera de 29 años, que sí ha decidido volver al bar donde pone copas desde hace tres años. El sarcasmo que exhibe tiene mucho de realidad. Los beneficios por desempleo sin precedentes repartidos, primero por la Administración Trump y ampliados después por Joe Biden, que aún perduran, son una razón de peso para no volver a las maratonianas horas lidiando con los clientes. En Nueva York, estas ayudas pueden llegar a los 804 dólares (unos 670 euros) por semana con el complemento de ayuda estatal. La tasa de paro de un 11,2 % es una de las más altas de las grandes ciudades del país. «¿Por qué trabajar cuando te pagan por quedarte en casa?», dice resignado Noe. Las razones son mucho más complicadas, dicen los economistas. Desde la falta de recursos para el cuidado infantil, a los bajos salarios, la inestabilidad y la falta de beneficios sociales que ofrece el sector. Esta fuga ha provocado que una docena de gobernadores republicanos se hayan movilizado para poner fin a las ayudas por desempleo. Pero el presidente no está dispuesto a parar la máquina de fabricar dinero y confía en que los estadounidenses regresen al trabajo si les ofrecen una buena oportunidad.

El salario más bajo que un trabajador sin título universitario está dispuesto a aceptar es de 61.483 dólares (51.270 euros) anuales, según la Fed. Unos 10.000 dólares (8.339 euros) más que hace solo un año. Los clientes que han vuelto en bandadas a los bares sin ninguna restricción, no tienen quién les sirva.