Lola Logaro: «Grandes firmas empiezan a apostar por el lujo sostenible»

MERCADOS

MIGUEL VILLAR

Esta ingeniera agrícola asentada en Ourense dejó hace años la profesión para centrarse en el sector textil artesanal, confeccionando prendas exclusivas y ofreciendo formación. Es parte de un movimiento global que defiende el consumo responsable y la economía circular en torno a la lana

26 jun 2022 . Actualizado a las 12:33 h.

A Lola García Romanelli (Cantabria, 51 años) le llaman desde niña Lola Logaro. Esta ingeniera agrícola ejerció poco tiempo, en un departamento de investigaciones agrarias, y pronto siguió los pasos de su madre, que trabajaba para empresas textiles vascas, montando un taller de confección de ropa deportiva, en el norte de Burgos. Después se mudó a Galicia, con talleres de artesanía «intermitentes» en Lugo, Viveiro y Ourense, donde acabó asentándose, hace 22 años. En la ciudad de As Burgas abrió, hace seis, Hilokune Estudio Logaro, un espacio que agrupa tres actividades: venta al por menor de lanas, escuela (formación no reglada) y taller de confección de prendas de punto. Consumo responsable y lujo sostenible son los dos conceptos más repetidos por esta empresaria del sector textil.

-¿Por qué cerró el primer taller textil que puso en marcha?

-Cuando lo abrí, con mi cuñada, a principios de los años noventa, los talleres de confección eran un negocio boyante y una fuente de ingresos. No existía la liberalización de fronteras ni las importaciones, y la producción se hacía toda en Europa. Lo dejé cuando vi lo que iba a pasar, la confección se trasladó fuera, por los costes de la mano de obra.

-De algún modo lo retomó hace seis años, con Hilokune.

-Sí, recuperé lo que era mi afición desde niña, pese a que mi madre no me dejaba porque decía que era un trabajo muy duro. Y lo convertí en mi profesión. Nunca dejé de investigar, formarme, explorar y probar, pero tuve un parón largo cuando nacieron mis hijos. Desde 1995 tengo la carta de artesana que concede la Xunta, en 1998 registré la marca Logaro y cuando abrí la tienda solicité el obradoiro Artesanía de Galicia. Durante años producía en mi casa e iba a vender a ferias de artesanía y moda independiente.

-¿Cómo ha evolucionado este sector?

-El sector de la lana y la confección a mano ha crecido mucho. El punto ya venía aumentando y la pandemia le ha dado un impulso, hay muchísimo consumo de lana, para mantener la mente en calma, y las empresas del sector han generado beneficios.

-Usted va contracorriente...

-Lo que intentamos es fomentar el consumo responsable, consciente, conocer la trazabilidad de los ovillos, qué contaminación genera el proceso. Abogamos por una economía circular, sostenible, el consumo en empresas locales, con productos que se puedan reutilizar. Es un movimiento global, como se ha visto en el reciente encuentro tejeril mundial que celebramos en línea, donde se han presentado proyectos muy interesantes que tienen en cuenta la trazabilidad, desde que la oveja está en el campo, en qué condiciones y con qué manejo, hasta que el ovillo llega a las agujas. Es una cadena, que afecta a las ovejas, los pastores, el ecosistema, la biosfera... No se trata de retroceder, pero sí de hacer las cosas mejor, promoviendo un consumo responsable, que no genere tanto residuo. Antes había dos colecciones de moda al año, y ahora son 16, es insostenible.

-¿Qué papel juega Galicia en el sector de la lana?

-En Galicia se está intentando recuperar la oveja gallega, que hasta ahora se ha criado sobre todo para la carne. Hay algún proyecto... el problema es que necesitas muchos kilos de lana y los rebaños no son grandes. La Xunta está desarrollando algún estudio de mejora en el municipio de Coles, a partir de un registro genético de diferentes granjas.

-Galicia es potencia textil...

-Galicia tiene una cultura tejeril importante. Los diseños gallegos están reconocidos en todo el mundo, y las empresas textiles más potentes a nivel mundial han salido de aquí. Y esas grandes empresas están empezando a sacar líneas de punto y crochet, muy manual, porque ven que hay mercado. Ahora mismo, lo que más dinero mueve es el tejido hecho a mano. De hecho, el ganchillo no se puede mecanizar. Se está empezando a ver en grandes firmas, que apuestan por el lujo sostenible, y eso quiere decir que existe mercado para esas prendas.

«Nosotras somos las consumidoras de lana, pero las empresas las gestionan ellos»

 

A. F. C.

La afición por la calceta crece en Galicia, entre gente de distintas edades, mujeres y hombres. «Históricamente, los tejedores eran solo ellos, el gremio no admitía mujeres, salvo a las viudas, si estaban autorizadas y si antes demostraban que tenían habilidades. No sé en qué momento se desvincularon y pasó a ser cosa de mujeres. Hoy es un mundo de mujeres, pero quien gestiona las empresas de la lana y las fábricas son hombres, y las grandes consumidoras somos nosotras», explica Lola García Romanelli, Lola Logaro.

-¿Hay reconocimiento social?

-Llevo 25 años intentando dignificar el trabajo. En el sector textil hay mucho intrusismo. Una cosa es hacer labores y otra que esas labores generen ingresos, entonces ya se trata de una actividad económica. Se sigue asociando el hecho de tejer a una afición, pero hay muchos tejedores profesionales. Hay gente que no se da cuenta de que detrás de un chal hay 50 horas de trabajo y que, por lo tanto, no puede valer 50 euros. Por eso tienes que irte a mercados con poder adquisitivo. El sector se ningunea, porque ‘es cosa de abuelas y de madres´, pero no se dan cuenta de que hay muchísima juventud que está tejiendo y muchísimas empresas que, aun en pandemia, han estado sacando beneficios por la venta de ovillos de lana, a todas las franjas de edad.

-Usted realiza colaboraciones con empresas, publicaciones y diseñadores.

-Sí, hace poco vendí los derechos de un chal a una empresa americana, hago fichas técnicas de patrones para una firma española y también he ayudado a desarrollar una nueva línea de hilos. Soy hilandera, tejedora y diseñadora, facetas que se complementan. También tengo encargos de particulares, por ejemplo de México, y estoy preparando un trabajo para una publicación alemana, para 2022.

-Hablamos de artesanía textil, de piezas únicas, que no están al alcance de cualquiera.

-Yo he hecho jerséis de lana desde 250 euros hasta 1.400, con mohair (una fibra procedente del pelo de la cabra de Angora) y una técnica de trabajo muy específica. Confeccionas prendas de alta costura, para las de diario hay otros mercados.